Una clase en Merecumbé: Bachata¿Te animás a aprender este paso de bachata? Nuestro instructor Ronny explica cómo hacerlo y nos cuenta qué ritmos podés aprender en Merecumbé. Etiquetá a esa persona que dice que quiere aprender a bailar pero aún no lo ha hecho.
Posted by Merecumbe San Pedro on Thursday, August 16, 2018
Ya han pasado 27 años desde que se abrió la primera sede de Merecumbé en Costa Rica. Desde ese momento a la actualidad 250.000 alumnos han pasado por sus salones y la cifra sigue en ascenso, a pesar de que cada vez existen menos salones de baile para mover la caderita.
La fundadora de Merecumbé, Lilliana Valle, y el presidente de la empresa, Francisco Paniagua, nos abrieron las puertas de su sede central, ubicada en San Pedro de Montes de Oca, para que nos cuenten todo que ha pasado durante este tiempo con la franquicia más antigua y movida del país.
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Gracias a sus sólidos conocimientos en danza contemporánea, Liliana fundó Merecumbé cuando se dio cuenta de que existía una importante necesidad entre la gente de aprender y mejorar la forma de bailar, de una manera más sistemática, no solo en la asistencia a bailes y fiestas.
En esa época, varios países de Centroamérica estaban en guerra pero Costa Rica, gracias a su tradición pacífica, no tenía que cumplir con estrictos toques de queda, sino que la gente asistía por las noches a los salones de baile a disfrutar.
En ese tiempo estaban de moda salones como El Tobogán, El Jorón, Los Higuerones, La Pista, Buen Día, Gran Parqueo, La Isla de Guilligan, Cuchifrito, entre muchos otros. Claro, no podemos dejar de lado los salones comunales de las diferentes regiones del país, donde las orquestas se jalaban esos fiestones de padre y señor nuestro.
“Luego llegó una etapa compleja de cambios en la sociedad. Estos lugares (salones) no tuvieron el apoyo adecuado, a los dueños les dejaba más vender el terreno para construir un mall que mantenerlo. Es una lástima que no hubiera intervención del Estado para ayudar a estos empresarios a mantener ese patrimonio”, aseguró Valle.
Estas figuras del baile popular reconocen que se han perdido muchos espacios para pegarse la bailada, aunque se mantienen fuertes en el mercado lugares como Rumba, Pepers, Castros Bar, Viejillos, Típico Latino y Garibaldi. Otras opciones que han abierto espacios para bailar son algunos bares-restaurantes.
Siguen creciendo
Don Francisco agregó que a pesar de que cada vez hay menos salones de baile, la cantidad de sedes de Merecumbé aumenta con el tiempo. Comentó que el cantón donde más se baila es Desamparados y le siguen Alajuela y Heredia. Ahorita cuentan con 7.500 alumnos, 220 trabajadores y recientemente abrieron sede en San Joaquín de Flores.
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Entre los ritmos que enseñan nunca pueden faltar el bolero, el merengue, la salsa y el swing costarricense. Estos se mantienen desde el inicio, solo que han evolucionado.
Le ha ido tan bien que antes daban dos niveles y ahora son cuatro, ya que el nivel de complejidad también crece. El swing costarricense ahora es más completo porque se baila hasta en tríos. El bolero, por ejemplo, ha cambiado con distintos tipos, como el clásico, el pirateado, el jaramillo y el criollo.
Al inicio daban clases de mambo, chachachá, socca y reggae. Ahora lo que la gente pide como loca es la bachata, la cual se enseña de manera sensual, sin caer en la vulgaridad.
Clientes de todo tipo
La mayor cantidad de clientes de Merecumbé tienen entre 25 y 40 años, hombres y mujeres por igual. También llegan niños desde los cinco años en adelante, los cuales asisten por montones durante las vacaciones.
Algunos jovencitos se apuntan y los abuelitos no pueden faltar. Tienen una alumna de 88 años que lleva 27 años ininterrumpidos llevando clases todos los jueves. Además atienden personas en sillas de ruedas u otros tipo de discapacidad, pues ahí no se le niega la oportundad a nadie aunque tenga dos pies izquierdos. Se garantiza que cualquier puede bailar lo básico de un ritmo si ha llevado tres meses de clases, fijo ya que no se queda sentado en una fiesta.
“El tico es bueno para el baile y tenemos una cultura dancística muy fuerte, un repertrio enorme y somos muy creativos. Lo que pasa es que nosotros lamentablemente no somos capaces de reconocer los valores que tenemos. No hay el suficiente esfuerzo para que el costarricense valore lo propio. Cuba baila mucho, nosotros bailamos casi tanto como ellos, pero nuestros espacios para bailar son más privados. Ellos hacen la fiesta en la calle, acá el espacio es en las casas, los salones y los turnos”, concluyó doña Lilliana.