¿Se ha topado con alguien que le dice que el agua no se va a acabar cuando intenta explicarle la crisis de ese líquido que existe en el planeta?

Sí eso le ocurre no vaya a los argumentos científicos para convencer a esa persona de que no riegue más el jardín, de que cierre la llave cuando lava un plato o la ducha cuando se enjabona.

Recuérdele los tiempos pasados, según recomienda Ricardo Sánchez, coordinador del Grupo de Investigación de Isótopos Estables, Observatorio de Sequías, de la Universidad Nacional.

Para seguir la indicación de Sánchez conversamos con Roy Hume, de 59 años y vecino de Aserrí que pasó su juventud en Tucurrique de Jiménez, Cartago.

Don Roy recuerda temporales de tres o cuatro días, baldazos torrenciales y ríos siempre caudalosos y rodeados de vegetación.

Dice que el invierno de antes era más estable que hoy en cuanto a horarios. Antes empezaba a llover a las 11 de la mañana o doce del día e iba terminando a las 4 o 5 de la tarde. Era así todos los días, durante siete, ocho o nueve meses.

“Antes había un invierno de verdad. La vegetación era más alta y verde y los ríos no se secaban. Cuando acaba el invierno los ríos quedaban con caudal y uno los disfrutaba metiendo los pies, bañándose. En la ribera había moras, guayabas y uno comía hasta saciarse. ¿Qué no había en un río? Olominas de colores y se veía un montón de pajaritos. Ya no hay nada de eso”, recordó.

En cambio, la situación hoy es diferente. “Llueve un día y deja de llover ocho días. Cierto, hay aguaceros muy intensos e inundaciones pero porque la gente se ha robado el cauce de los ríos y mucha gente. Y por los huracantes, antes no se oía nada de eso”, dijo.

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Si usted le dice a esas personas que esas diferencias se dan por el cambio climático es más probable que entren en razón. Una vez que los recuerdos salgan a flote, explíqueles que la realidad de hoy es otra. Que ya no llueve de esa forma, que los ríos están contaminados y que por eso necesitamos cuidar el preciado líquido.

Esa condición del tiempo de aquellos años indujo a nuestro sistema educativo a un error involuntario y sin mala intención, como dice Carmen Herrera de 72 años, vecina de barrio Cuba.

Ella llegó hasta tercer grado y dijo que le explicaron que el agua jamás se acabaría. “Lo que ahora son urbanizaciones como la Johnny Ramírez, eran zonas llenas de árboles y espacios verdes, ya cuando yo llegué el río María Aguilar no era limpio… ya todo cambió”, dijo.

Ricardo dice que es un tema cultural que debe cambiar, aunque ya se han dado algunos pasos.

Vieja de 77 años

El fenómeno de El Niño ha golpeado feo a la región Caribe y a la zona norte, donde debería estar lloviendo tieso y parejo pero ha caído poquita lluvia.

Además, sobre el valle Central debió caer agua de los frentes fríos, en noviembre, diciembre y enero pero no ocurrió. Eso genera que en ciertos lugares del país, como Desamparados, Escazú, Alajuelita, algunos sectores de San José que captan agua de pozos muy superficiales sufran racionameintos porque el agua disponible se agota porque los pozos necesitan recargar.

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Hay otros sitios en Costa Rica donde los mantos acuíferos son tan profundos que hay agua almacenada que data de hace 77 años de antigüedad.

Esa agua se mezcla con la lluvia reciente, de un año, dos, tres para atrás y es más difícil que se acabe porque hay mucha acumulada. Allí se dan menos racionamientos, pero se está empezando a agotar cuando hay sequías como la actual.

“La lluvia es esencial para que esté alimentando el sistema. En algunos lugares, los pozos tienen la cantidad de agua que debería haber en mayo o junio, algunas están al límite”, explicó Ricardo Sánchez.

"¿Hasta cuándo alcanzará?, no se sabe. Esa es la pregunta del millón”, añadió Sánchez, pero usted sí puede empezar a gastar menos y a convencer más. ¿Qué espera?