El anhelo de Yessenia Garita por ser madre se vio realizado hace casi 12 años, pero no fue nada fácil alcanzarlo.
La primera vez que estuvo embarazada perdió al bebito a los dos meses de gestación.
Eso permitió que el médico le descubriera un fibroma que ponía en riesgo su útero. Por ello debieron operarla de emergencia el 11 de abril del 2005 y le dijeron que tenía tan solo un 5% de posibilidades de ser mamá.
A los seis meses de dicha operación, cuando debía iniciar un tratamiento para poder alcanzar su sueño, llegó la noticia de que el fibroma había vuelto a formarse y de forma tan rápida que tenía el tamaño de una bola de tenis por lo que estaba deformando su útero.
“Él médico me dijo que tenía que operarme cuanto antes o el daño sería tan grande que debería sacarme toda la matriz. Empecé a correr para recaudar los fondos y al mes (10 de noviembre) estaba nuevamente en la sala de operaciones”, recordó Garita.
Incluso, el papá de su hija entró con ella al quirófano porque si algo se complicaba, él debía tomar decisiones ahí mismo.
Aunque la operación salió bien, el útero quedó muy débil y no se podía pensar en un embarazo en ese momento.
“Quedamos embarazados por un milagro. Me di cuenta que lo estaba un lunes y el martes comencé con síntomas de aborto. El doctor Gerardo Escalante, que era quien me estaba atendiendo, estaba fuera del país y tuve que ir a otro doctor en Cartago que me mandó unas inyecciones para fortalecer el útero y me mandó 22 días a reposo”, narró la periodista.
Siete meses de cuidados
Yessenia la pasó tan mal durante el embarazo que con solo tomar un vaso con agua se vomitaba y montones, por lo que a los cuatro meses la mandaron a tomar sueros porque se estaba deshidratando.
Cuando cumplió los siete meses le prohibieron manejar y una semana después (25 de setiembre del 2006), estaba en el hospital teniendo a su hija.
“Estaba en la casa y me dieron ganas como de ir al baño, pero sentía como que algo andaba mal por lo que me fui en carrera para la clínica y cuando el médico llegó, como a las dos de la mañana, me pasó de emergencia para sala de operaciones a hacerme la cesárea. Mi hija (Daryana Brenes) nació a las 5:02 de la mañana y el médico me preguntó si yo creía en Dios. Le dije que sí y me dijo que había sido un milagro que ambas estuviéramos bien porque 45 minutos más que me hubiese quedado en la casa y ambas habríamos muerto intoxicadas por la sangre de mi útero que se había empezado a abrir”, explicó Yess.
Incluso, pese a todas las carreras que vivieron, la bebita pesó 2.500 gramos, lo suficiente para poder salir del hospital junto a su madre al día siguiente.
Regalo de Dios
Dariana significa regalo de Dios porque para ella eso fue su pequeña.
“Un regalo que me acompaña cada día y me llena de orgullo por lo buena hija y bondadosa que es. Sé que Dios tiene un gran propósito para su vida porque le permitió estar en esta vida disfrutando un montón de cosas”, agregó Garita.
Daryana ha sido una bendición porque es una niña muy noble, atenta, servicial, excelente estudiante y con muchos y grandes sueños, afirma que cuando sea grande estudiará en otro país.
Viendo lo duro que fue para ella ser madre le preguntamos su opinión sobre el aborto y nos dijo que sabía que era difícil, según la circunstancias de cada quien tomar una decisión, pero que los niños tenían derecho a nacer porque cada uno es un propósito de Dios.
Le consultamos también su opinión respecto al matrimonio igualitario y cuál sería su reacción si su hija le dijera que es lesbiana. Nos indicó que con respecto a ese tema, por sus principios cristianos, prefería no referirse.