Sucesos

Amor por los toros es más fuerte que el miedo a la muerte

Luis Redondo ha estado dos veces a punto de perder la vida en actividades taurinas

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Luis Redondo Álvarez dice que el amor que siente por los toros y la pasión que lo invade cada vez que entra a un redondel es más fuerte que el temor a la muerte y no está hablando paja.

Redondo, quien vive en Santa Cruz de Guanacaste, ha sufrido muchos levantines, pero dos particularmente lo han puesto en al borde de la muerte, ya que en ambas tuvieron que operarlo de emergencia para salvarlo.

Él dice que en los dos casos lloró tomado de la mano de su mamá, Yadira Redondo, ante la posibilidad de morir, pero ni las súplicas de su mamita para que no vuelva a las plazas de toros han logrado que se aleje de ese amor tan peligroso.

“En diciembre del 2010 llegué a Zapote como un improvisado más y en una de las corridas mientras estaba con el capote el toro el Galleta, de Heriberto Abarca, me embistió. Yo le puse los pies en los cachos y eso fue un grave error porque él me rasgó la pierna izquierda cerca de la ingle y me perforó la arteria, varios tendones y los nervios.

“Quedé mal y por ratos caía inconsciente y luego volvía. Me llevaron al hospital Calderón Guardia y antes de entrar a cirugía llegó mi mamá, me agarró de la mano y nos pusimos a llorar los dos porque la herida era grave y existía la posibilidad de que no saliera con vida de la operación”, recordó.

Ruda recuperación

Luis dice que la recuperación fue lenta, incluso los médicos analizaron la posibilidad que amputarle la pierna por las complicaciones que tuvo.

“Tuve una crisis emocional muy fuerte, pero por dicha todo salió bien, tardé entre tres y cuatro meses para volver a caminar, mi mamá estuvo muy pendiente de mí en todo ese proceso”, contó.

Dos años después, el 12 de agosto del 2012 Luis se metió a un redondel en Turrialba para participar en un juego, pero el toro el Teja lo hizo levantado y le clavó un cacho en la garganta, cerca de la arteria. Además, el enorme animal golpeó al improvisado en la sien derecha y le apagó las luces.

“Cuando me desperté estaba en la Cruz Roja y yo veía que todos corrían y me ponían cosas en el cuello y me asusté porque sabía que era una lesión delicada, pero por dicha esa vez el toro no me perforó la arteria”, dijo.

Pese a los sustos, Redondo sigue metido en el mundo de los toros, solo que ahora ya casi no entra a los redondeles, excepto cuando hace el truco del ‘escapista suicida’ en el que lo encadenan dentro de la plaza de toros y él tiene que liberarse en un tiempo determinado antes de que sueltan el toro.

“Ahora soy narrador taurino y disfruto mucho de las corridas, pero casi siempre desde el palco, ya no me expongo tanto. Además, por todo esto de la pandemia he tenido que reinventarme porque ya no se están dando corridas. Ahora también soy empresario, ya que vendo aguacates y huevos. Gracias a Dios me está yendo bien”, expresó.

“Lo que yo siento por los toros no lo puedo explicar, es algo que no se ve, pero si está muy dentro de mí y no lo puedo dejar. He visto a mi mamá y a mi hija, Anyela Isabel, hincadas a mis pies pidiéndome que no vaya a una corrida, pero no puedo dejar de ir porque la pasión que siento es enorme”, añadió.

Luis dice que espera que apenas pase todo esto del coronavirus se normalicen las corridas para volver a los redondeles.

Rocío Sandí

Rocío Sandí

Licenciada en Comunicación de Mercadeo de la Universidad Americana; Periodista de la Universidad Internacional de las Américas, con experiencia en Sucesos, Judiciales y Nacionales. Antes trabajó en La Nación y ADN Radio.

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