Sucesos

Chofer de bicimoto que cayó dentro de zanja: “Veía las luces de las ambulancias, pero ellos no me veían”

Don Óscar Montenegro perdió cuatro dientes y otros tres se le dañaron. Él se siente muy adolorido.

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Don Óscar Montenegro Granados, de 50 años, puede rajar que está vivo de milagro después de caer con todo y su bicimoto en una zanja donde instalaban una alcantarilla en La Lima de Cartago.

Este vecino del residencial La Campiña, en Cartago, está seguro de que andar puesto el casco le salvó la vida, ya que hasta los socorristas que lo atendieron la noche del lunes 6 de junio, no podían creer que sobreviviera a esa caída.

Don Óscar nos contó que él se gana la vida como chofer de la ruta San José-San Ramón de La Unión y que esa noche se subió a su bicimoto para irse a su casa después de trabajar.

“Yo salí del trabajo como a las 9:20 de la noche, venía de la empresa de buses en Ochomogo, cerca de la bomba Cristo Rey. Como faltando diez para las diez de la noche, iba pasando por La Lima, siempre orillado en mi bicimoto, que no corre mucho, pero sí iba a una velocidad normal porque jala unos 40 kilómetros por hora. Esa es la ruta que hago todos los días”, dijo el afectado.

Montenegro se accidentó frente a los Laboratorios Stein, donde debido a unos trabajos de ampliación en la carretera hay días que cierran un pedazo de la vía y colocan unas barreras plásticas anaranjadas como señal de advertencia para los choferes.

“Yo me fui por el lado de adentro porque venía mucho carro y me pasé por seguridad. Ahí es muy oscuro, no ponen luces y esos reductores anaranjados uno los ve por el color. Otras veces he visto bicis y motos que se van por dentro para no pasar muy cerca de los carros. Era la primera vez que yo lo hacía. Al otro lado había una vagoneta y un carro e imaginé que había paso, creí que había asfalto, así que pasé por ahí y solo sentí un vacío”, recordó.

“Me fui de cabeza, en la zanja que está en la pura orilla de la calle y que tiene dos metros de ancho y unos cuatro de fondo, al caer lo que pegué fue la cara, me arranqué cuatro dientes de arriba de raíz y otros dos de abajo se me torcieron, otro se me despuntó, se me abrió parte del labio y me hicieron puntadas, también en la barbilla, y tengo la muñeca fisurada”, dijo.

Don Óscar asegura que en todo momento estuvo consciente, pero sí quedó atontado, se sentía mareado.

“Por dicha el casco me salvó, porque me amortiguó un poco el golpe, si no lo hubiera andado creo que hubiera sido peor. Además me ayudó que en la zanja no había piedras, sino barro. Del pecho para abajo no me pasó nada. Me levanté y vi el montón de sangre que me salía, vi que la zanja estaba llena de agua y me llegaba a las rodillas”, relató.

Él empezó a pedir ayuda a todo galillo, pero nadie lo escuchaba y debido al dolor que tenía en la muñeca no podía hacer el intento de salirse de la zanja.

“Me empezó a dar frío por lo mojado que estaba y empecé a temblar. Me fui a la bicimoto y le quité el plástico que le pongo al bulto que ando en la canasta, saqué el celular y prendió. Creí que se había empapado porque como me agüevé por lo que me pasó no levanté la bici. Llamé a mi esposa, pero no me entendía bien porque seguro se le metió agua al teléfono y le dije que llamara al 911, yo llamé al Tránsito, pero tampoco me escuchaban”, dijo.

Al hombre lo llamaban para decirle que lo andaban buscando, pero nadie lograba encontrarlo.

“Les dije que se bajaran del carro y me buscaran en la zanja porque era como de cuatro metros, yo les decía que estaba más abajo de Lumaca porque ya lo había pasado, luego me di cuenta que estaba frente a Laboratorios Stein. Yo veía las luces de las ambulancias y de los Bomberos, pero no me veían. Me acongojé porque no me gusta molestar a nadie, un chavalo me encontró y me preguntó si estaba bien y yo le conté que tenía más de una hora ahí, que por favor avisara porque los cruzrojistas me estaban buscando”, recordó.

Los bomberos tiraron una escalera y Montenegro pudo subir solito y luego le subieron la bicimoto.

“El cruzrojista se sorprendió al verme y me dijo que era un milagro que estuviera vivo”, dijo.

Él estaba muy preocupado porque perdió sus dientitos, pero en el hospital lo atendieron y lo enviaron al INS, porque aunque las bicimotos no tienen placa ni seguro, la póliza del trabajo sí lo cubría.

“Aún estoy muy adolorido de la boca y la muñeca, pero con las pastillas se me calma por ratos, estoy incapacitado, no he revisado la bicimoto, no sé si arrancará, está toda embarrialada”, dijo.

Don Óscar asegura que espera que la empresa que está haciendo los trabajos ponga una cinta para evitar otro accidente con un carro, otro ciclista o un motorizado, ya que no desea que nadie experimente una situación tan ruda como la que él vivió.

Silvia Coto

Silvia Coto

Periodista de sucesos y judiciales. Bachiller en Ciencias de la Comunicación Colectiva con énfasis en Periodismo. Labora en Grupo Nación desde el 2010.

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