Randall “Chiqui” Brenes quedó fuera de competencia en Mira quién baila Costa Rica junto con su bailarina Yessenia Reyes, tras recibir la menor cantidad de votos en la nominación que sostuvo con Daniel Montoya, pero asegura que se va con la frente en alto.
Entre risas, confesiones y momentos de tensión, el exfutbolista cuenta cómo vivió cada gala y qué se lleva de esta experiencia que lo puso a prueba en todos los sentidos.
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-¿Cómo recibe la noticia de la eliminación?
Normal, esto es parte de los resultados que hay en un reality y lo mencioné cuando estuve nominado. Yo hago mucha relación con el fútbol, pues en las competencias, tres cosas pueden pasar: ganar, perder o empatar. Siempre hay que estar preparado, porque al final los resultados no dependen exclusivamente de nosotros.
-¿Qué fue lo más difícil de participar en Mira Quién Baila?
Yo creo que animarme a decir que sí; sí, quiero bailar o intentar bailar en la pista del programa, y después de ahí trabajar la dificultad, porque como lo dije al inicio, yo bases de baile no tenía. Yessenia Reyes tuvo que iniciar de cero conmigo y, realmente, llegar hasta la gala seis para mí, particularmente, fue algo histórico, podría decirlo.
-¿Cuál fue el momento favorito de la competencia?
Sin duda, son las seis galas. Sentir la adrenalina, el sentir que iba para el escenario… con los entrenamientos uno lo llevaba ahí, no había presión, pero salir a la pista y tener que hacer la presentación delante, prácticamente, de todo Costa Rica, era adrenalina, susto, emoción que te hace sentir vivo. La adrenalina te corre como cuando jugaba fútbol.
-¿Cada una de las galas fue desafiante entonces?
Totalmente, era un reto. Cada baile, cada coreografía, salir era un reto. Domingo a domingo fue un desafío y nunca me vi en una gala seis. No me lo creo y por eso estoy satisfecho.
-¿Cómo fue el trato en Teletica? ¿Se sintió como en casa?
Aquí todos me han tratado muy bien, me he sentido como en casa y tengo una relación muy linda con todos: abrazos, bromas, apoyo. Me llevo en mi corazón a todas esas personas que durante seis semanas me abrieron la puerta del carro, me dieron café, me maquillaron, me apoyaron… todos tienen un valor muy importante.
-¿Hubo algún consejo de Yess que lo haya marcado en todo el proceso?
Muchos, porque más que una bailarina, es una motivadora. Podría decir que encontré una persona confiable, con valores, principios, esforzada. Su historia, venir de otro país (El Salvador) y hacerse un espacio en un país que no es el suyo, no es nada fácil. Más allá de una palabra, su ejemplo de superación, de querer salir adelante en la vida y luchar contra todo, es el mensaje que me llevo de Yess.
-¿En algún momento sintió presión en la competencia o por parte del público?
Vieras que no, y como yo entré de cero, tal vez mi escenario era salir primero porque no tenía ninguna base de baile. Yo representaba a las personas que no saben bailar. Cada vez que veía los resúmenes, me preguntaba si ese era yo… ¡Y no me lo podía creer!
-¿Qué se lleva de toda la experiencia?
Lo más importante, después de conocer a Yess, que fue mi relación más directa con el baile, es el cariño de la gente y volver a sentir a las personas identificadas con un baile. Eso para mí es lo más lindo de este programa, además de apoyar y darle visibilidad a la Fundación Hogar de Niños Baik, que muchos desconocían.
-¿Le gustaría volver a participar en otro reality?
(Risas) Déjeme pensarlo y digerirlo, por favor.
-¿Ahora que termina su paso por el programa, qué vuelve a retomar en su vida?
El problema fue que no dejé de hacer nada de todo lo que hago. Esto era un triple extra, tenía que sacar tiempo donde no había, pero nunca me quejé; iba, venía, traía, delegaba cuando tenía que hacerlo. Mi vida continúa: entré por apoyar, me terminó gustando la dinámica y, obviamente, por la parte competitiva, intenté llegar hasta donde podía.
-¿Algún secreto divertido o anécdota detrás de cámaras que no se vio y que se lleve de recuerdo?
Me llevo muchísimos momentos. Siempre me preguntaba qué hacía aquí. Una de las anécdotas es que siempre agarraba el vestidor como camerino de fútbol y andaba con camiseta.