Netflix vuelve a apostar por producciones que despiertan emociones intensas y mantienen al público atrapado desde el primer episodio. Su más reciente lanzamiento, “Nadie nos vio partir”, ha logrado posicionarse en el primer lugar del ranking en países como Argentina, Costa Rica y México, gracias a su poderosa historia basada en hechos reales.
Protagonizada por Tessa Ía y Emiliano Zurita, la serie revive un episodio impactante de la historia mexicana: un secuestro familiar que ocurrió en la década de los sesenta y que aún hoy provoca debate y reflexión.
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La historia real detrás de la serie
Inspirada en la novela homónima de Tamara Trottner, Nadie nos vio partir sigue a Valeria, una madre que regresa a casa y descubre la desaparición de su esposo y de sus dos hijos. Lo que parece un viaje repentino se transforma en una pesadilla: su marido ha secuestrado a los niños como castigo por desafiar las reglas de una familia poderosa.
La autora, Tamara Trottner, basó su obra en su propia infancia. En entrevistas, contó que cuando tenía cinco años su padre la secuestró junto a su hermano durante dos años, trasladándolos por varios países mientras su madre los buscaba desesperadamente.
“Nos secuestra durante dos años... Al principio creímos que era un viaje, pero después preguntamos por mamá, mi perro, mi escuela, y nadie nos respondió”, relató la escritora en una entrevista para el canal De dientes para adentro.
Una serie corta y conmovedora
Con solo cinco episodios, la producción dirigida por Gaz Alazraki combina tensión, drama y emoción. Su ritmo narrativo y su profundo trasfondo psicológico hacen que el espectador se mantenga inmerso de principio a fin.
“Esta historia no trata de héroes ni de villanos, sino de heridas que tardan toda una vida en cerrar”, expresó Trottner durante la presentación de la serie.
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Nadie nos vio partir se estrenó el 15 de octubre y rápidamente se convirtió en la más vista del fin de semana en Costa Rica y varios países de América Latina. La audiencia ha destacado la fuerza de sus actuaciones, la estética cuidada y, sobre todo, la empatía que genera saber que está basada en una historia real.
La producción no solo entretiene, sino que abre una conversación necesaria sobre los abusos invisibles dentro del núcleo familiar y las secuelas emocionales que pueden perdurar durante generaciones.
Nota realizada con ayuda de IA