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A la Asociación China de Fútbol no le tiembla el pulso a la hora de imponer castigos

Los chinos no aguantan nada por lo que en dos toques el jugador que se porta mal es castigado

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Largas suspensiones o fuertes multas, así es el fútbol en China donde la asociación de ese país es una de las más implacables del mundo a la hora de sacar el chilillo.

Cuando se trata de sancionar a jugadores y entrenadores, dentro y fuera de los terrenos de juego los chinitos no aguantan nada. Así que si un jugador piensa ver feo a un rival, mejor que lo piense dos veces.

Los castigos son rudos, por ejemplo: dar una patada a una botella de agua debido a una chicha, le cuesta 1.900 euros (¢1,2 millones) y tres partidos de suspensión al infractor. Usar un collar jugando con la selección de China lo aleja por 12 meses del seleccionado y criticar a un árbitro le da origen a una multa de 2.600 euros (¢1,7 millones) y dos encuentros de sanción.

Consciente del interés creciente en el mundo por el fútbol chino, la CFA se esfuerza en sancionar duramente comportamientos que estima podría dañar la imagen del país.

El presidente chino, Xi Jinping, manifestó hace algunos años su esperanza de que el fútbol nacional pudiese algún día rivalizar con los mejores del mundo.

Pero cuando los clubes han reaccionado exageradamente y empezado a pagar cifras de locura para fichar y pagar a sus estrellas extranjeras, la CFA tomó cartas en el asunto, imponiendo el pasado año techos de gasto para evitar montos exagerados.

Para Ji Zhe, experto en el fútbol chino, el crecimiento en el número de sanciones y reglamentos revela sobre todo “una falta de coherencia y de transparencia”.

"La severidad de las suspensiones puede ser un medio para la CFA (...) de reforzar su control sobre el fútbol", juzga Ji, director en Londres del gabinete de marketing deportivo Red Lantern, especializado en China.

Los jugadores y entrenadores extranjeros, quienes han contribuido a la visibilidad mundial de la Super League (1ª división china), no están al margen de las sanciones.

El brasileño Óscar (exChelsea), transferido en el 2017 al Shanghai SIPG por un monto récord en Asia de 60 millones de euros, fue suspendido ocho partidos la pasada campaña por haber lanzado el balón contra un rival. Su acción originó un pleito.

Y cuando su compañero Hulk mostró una camiseta apoyando a su compatriota por lo que estimaba un castigo injusto, su reivindicación le causó dos partidos de sanción.

La misma suspensión recibió André Villas-Boas, entrenador del SIPG en aquel momento, por publicar el siguiente mensaje en Instagram defendiendo a Óscar: "Una carrera de 355 partidos; 5 años en la Premier League inglesa; 47 convocatorias con Brasil; 70 goles. CERO TARJETAS ROJAS!!! Y 8 partidos de suspensión".

Villas-Boas fue suspendido con ocho encuentros por haber criticado un árbitro. El mensaje es claro. “Calladito es más bonito”.

El portugués solo pasó una temporada en China, ya que abandonó el país en noviembre del 2017. Las repetidas sanciones habrían sido una de las principales razones de su marcha.

La Federación china volvió a ser noticia la semana pasada tras haber suspendido por seis partidos a Zhang Li, jugador del Changchun Yatai, por haber "perturbado el buen desarrollo" de un encuentro del campeonato y provocado "repercusiones sociales negativas".

El futbolista fue acusado de haber dirigido un insulto racista al internacional senegalés Demba Ba (exChelsea) del Shanghai Shenhua. Un fuerte altercado entre los dos jugadores generó el inicio de una pelea campal.

Pero el comunicado de la CFA no menciona ningún insulto.

Según Ji Zhe, del gabinete Red Lantert, este entusiasmo disciplinario es “una señal de que el reglamento no es tan exhaustivo como debería ser”.

"Tenemos la impresión de que tienen una comisión disciplinaria que trata los casos individualmente e impone sanciones de acuerdo con sus caprichos".

Contactada por la AFP, la CFA rechazó realizar cualquier comentario.

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