La plantilla de Alajuelense de mediados de los 90 y principios del 2000 fue un conjunto de estrellas que dominó el fútbol nacional con figuras de primera línea como Wílmer López, Mauricio Montero o Josef Miso, quienes eran algunos de los nombres que se llevaban los focos.
En el plantel había jugadores igual de importantes, pero un poco menos mediáticos, tal vez por su rol o hasta su manera de ser, a veces tímida, callada o de menor perfil, como, por ejemplo el volante Giovanni Hidalgo.
Aquel mediocampista de tez morena, callado, sencillo, que llegó desde Pérez Zeledón, donde fue dirigido por Juan José Gamez y cuyo juego lleno de aplomo e inteligencia para ceder la pelota le abrieron un campo en aquel equipo manudo lleno de estrellas.
El éxito de Giovanni posiblemente estuvo en su sencillez, saber cuál era su rol, su personalidad, tranquila, tímida, todavía se nota a los 56 años, aunque su vida cambió bastante, a diferencia de muchos de sus excompañeros que se mantienen en el ámbiente del fútbol, él dio todo un giro.
A Hidalgo nos lo topamos en el CAR, pero no porque esté trabajando con los manudos aún, sino que lo invitaron como a otros excompañeros y aprovechamos para saber qué fue del aquel noble hidalgo rojinegro,
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“Yo en el 2001 salí de la Liga, después tuve un año en San Carlos y otro año en Liberia en el 2003 y ya después de eso me retiré del fútbol. Luego me dediqué al comercio, ahora trabajo en aduanas, ya tengo diez años de estar trabajando en las aduanas y me la he pasado bastante bien, agradecido con la vida, con Dios por las oportunidades que le da a uno y acá estamos”, dijo.
Hidalgo trabaja en una agencia aduanal llamada Grupo Algisa, en la que afirma le gusta bastante lo que hace, vive tranquilo, ya ve el fútbol por pasatiempo, tranquilo, con otros ojos.
“La empresa en la que trabajo es un negocio familiar, la familia con la que trabajo es demasiado agradable, es un lugar que ha sido parte importante de mi vida después del fútbol”, comentó.
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A pesar que han pasado más de 20 años desde que colgó los tacos, aficionados y hasta clientes aún lo recuerdan, lo saludan, le hablan de las épocas en la que figuraba en la Liga tanto de Manuel Keosseian y Guilherme Farinha, técnicos a los que recuerda muy bien.
“Yo, sinceramente, muy agradecido a la gente que todavía lo reconoce a uno y lo recuerda de buena manera, son esas cosas buenas que te deja el fútbol, bonitas, poder reunirse, ver a los excompañeros, recordar, esa una bendición”, comentó.
Buenos recuerdos de carrera
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En su vida personal también vive tranquilo, pleno, tiene hijos grandes, de los que nos contó que cuando eran pequeños los llevaba al estadio y ni ellos se salvaron de los famosos besos o cachetadas que Farinha le clavaba a todos sus futbolistas como una curiosa muestra de cariño.
“Ahh que va, de eso yo creo que ninguno se salvó (comentó entre risas) porque aparte del conocimiento que tenía como entrenador y lo ganador que fue, también se presentaba en las oportunidades de la joda, digamos, del vacilón,de ser amigo de uno.
“Creo que algunos que estaban por ahí cercanos al cuerpo técnico también se llevaron sus buenas cachetadas, yo me llevé algunas, hasta mis hijos, de buena manera, pero sí, al final quedé muy orgulloso y complacido de compartir todos aquellos momentos”, recordó.
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Hidalgo afirma que todavía hoy en día a Farinha le guarda mucho cariño, fue un personaje muy particular, pero que supo gestionar un grupo para llevarlo a un bicampeonato
“La verdad que yo le tengo un gran aprecio a Farinha, con su personalidad, su forma de ser, con nosotros también fue muy exigente, pero en oportunidades se comportaba como amigo, era una persona bastante agradable, a pesar de que algunas cosas no se le entendían muy bien (tiró entre risas), fue un gran entrenador para nosotros”, añadió.
Hoy Giovanny ve el fútbol al lado de sus hijos y sus dos nietos, un niño y una niña, aún se sienta a ver a la Liga a la espera que vuelvan aquellas épocas de gloria que a él le tocó vivir.