El 4 de setiembre pasado se cumplió un año de la grave lesión que alejó a Kevin de la cancha: una fractura de tibia y peroné en su pierna derecha. Todo parecía indicar que estaría fuera de acción por 4 meses, pero las cosas se complicaron no solo con su lesión, sino con su futuro deportivo, incluso tuvo que trabajar un tiempo en plataformas de transportes.
En los últimos meses, Kevin vivió una completa pesadilla, pero poco a poco va encontrando la luz y está feliz con su presente en Sarchí y aunque tuvo secuelas de aquella delicada fractura, sigue sumando minutos en cancha.
El jugador conversó con La Teja y habló de lo que anhela para su carrera.
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“Me siento muy contento, parece que fue ayer cuando me quebré y ya pasó un año de la lesión. Al final de todo lo negativo hay que sacar algo bueno, esto me ha dejado muchas enseñanzas.
“Cuando se acercaba el día era imposible no pensar en las cosas que pasaron, la recuperación, lo que creí que nunca se iba a acabar, pensado cómo estaría todo si no me hubiera lesionado. Se me ha complicado el regreso, pero estoy muy feliz porque sigo hacia adelante”, comentó el jugador de 25 años.
Secuelas
La lesión le dejó un problema en los nervios al exjugador de Alajuelense y asegura que al inicio le costaba lo básico, como correr.
“No sé si fue producto de la fractura o la operación, pero tengo sensibilidad en los dedos del pie. El hueso está bien, el tema es motor y al inicio me costaba correr, pero luego de la pretemporada con Sarchí pude tener un poco de normalidad.
“Antes de la lesión tenía tantas personas en mi vida y luego de lo que pasó, muy pocas fueron las que quedaron presentes, las cuento con mi mano”.
— Kevin Cabezas, exjugador de Alajuelense.
“Ahora que estoy en Sarchí me siento contento, porque volví a ser el Kevin futbolista, que es de lo más importante para mí, el poder competir, trabajar por mí, por mi familia y espero seguir mejorando, trascender a lo que era antes de la lesión y a volver”, comentó.
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Para Cabezas, un tema que aún le duele es su salida de Alajuelense.
“Hay muchas cosas que pasaron y no era quizás lo que yo quería, no sé si fue justo, pero creo que todo pudo ser mejor. Tratamos de buscar lo mejor para ambas partes, en un momento hasta tenía una oferta con un equipo de primera, pero quedó en el aire, me quedé sin equipo y pese a todo, reconozco que Alajuela me ayudó a recuperarme.
“En cierta forma, lo que pasó estuvo bien, pero también estuvo mal y la opción de Sarchí llegó casi al cierre de la ventana de fichajes. Tuve la opción de jugar en Sarchí y buscar otro club, pero tuve una recaída y eso complicó todo y estoy agradecido con José Miguel Cubero por la oportunidad y estaré con ellos hasta diciembre, a la espera de una nueva oportunidad en primera división”, comentó.
Lo peor
Cuando Kevin parecía que iba mejorando, sufrió una recaída y sintió que se había quebrado de nuevo: volvía la pesadilla.
“Recuerdo que entrené con Sarchí un par de semanas, pensaba que estaba listo para competir, jugué dos partidos de cambio y en el tercero fui titular. Recuerdo que ese partido era contra el Municipal Grecia y me sentía bien, pero al minuto 60, en una jugada sencilla, hice un pase y sentí otra vez la molestia.
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“En el momento no entendí lo que me pasaba y al tiempo comprendí que el cuerpo me decía que aún no estaba listo. Me tocó parar, estuve dos meses en reposo total y empezar de cero con la recuperación. Ya tenía 6 meses y medio desde la operación y tuve que llevar terapias y hacer trabajos en cancha”, afirmó.
Si la situación ya era complicada para Kevin y su familia, el jugador tuvo que jugársela unos meses sin contrato cuando salió de la LDA y tuvo que trabajar en plataformas de transporte de personas, para colaborar con los gastos de su familia, brete que dejó cuando se incorporó a Sarchí, para el Apertura 2025.
“Mi hijo Paulo nació el 18 de agosto del año pasado y yo me lesioné el 4 de setiembre, tenía días de nacido cuando comenzó todo. Mi familia nunca me dejó de apoyar, hasta en el tema económico me echaron el hombro, porque he sentido mucha presión, por no poder trabajar, sin un contrato, me sentía muy mal.
“Mis papás, James y Karen, mi hermano Deison y mi pareja Keylin, han sido un pilar fundamental. Mi hijo Paulo es mi mayor motivación, todos los días cuando me levanto y lo veo con una sonrisa, me motiva a seguir adelante, pese a las dificultades. La fe es retomar mi nivel, jugar lo mejor que pueda este torneo”, expresó.
Kevin ha aprendido muchas cosas en este proceso y una de ellas es aceptar las cosas como son y no perder la esencia.
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“Hay que aprender a ser humildes, aprender que muchas personas están ahí por una posición social o por conveniencia. Antes de la lesión tenía tantas personas en mi vida y luego de lo que pasó, muy pocas fueron las que quedaron presentes, las cuento con mi mano.
“El darse cuenta de que no era indispensable en cualquier lado, puede ser reemplazable en cualquier momento, el hecho de ser resiliente en todo lo que pase, empunchado, sin parar y que en un momento lo que siembra se va a cosechar”, destacó.