Mientras muchos celebraban haber visto a Cartaginés ser campeón por primera vez, don José Ángel Rodríguez puede rajar con haber celebrado con los brumosos tres de sus 4 títulos.

A sus 91 años, Rodríguez, quien es conocido como Chumi nació el 16 de noviembre de 1930 y desde entonces ha festejado, reído y llorado con su amado Cartaguito.

Chumi vive en el Barrio El Molino, en el corazón de la provincia cartaginesa y es un orgulloso hijo de cédula 3. Este señor se crió junto a sus papás don Carlos (quien lo abandonó a él y sus 16 hermanos) y doña Adoración, en aquella Costa Rica de antaño.

“No terminé la escuela, llegué hasta tercer grado porque me mandaron a trabajar, pero cada vez que podía me le escapaba a mi mamá para ir a jugar bola y a ver al Cartaginés, con mis amigos.

“Era terrible y recuerdo que el equipo entrenaba y jugaba en la Plaza Yglesias, que está frente al colegio San Luis Gonzaga, pero si uno quería entrar al estadio tenía que pasar un mecate y pagar una peseta, entonces no podía entrar porque no tenía plata”, contó entre risas.

Otro afortunado. Álvaro Vargas tiene 92 añotes y también vivió tres títulos brumosos: los de 1936, 1940 (la final se jugó en enero de 1941) y ahora el del 2022. Para el segundo título blanquiazul tenía 7 años y dice que no se acuerda de nada, para el tercero ya tenía 11 años y ese sí lo disfrutó montones, hasta conoció a José Rafael Fello Meza.

“No me dejaban salir mucho a la calle, pero recuerdo que veía a los jugadores en la Plaza Yglesias, admiraba a ‘Fello’ Meza, era de los mejores jugadores”, contó.

Este señor dijo que ver de nuevo a Cartaginés es lo más grande. “Nunca he ido con otro equipo y confío en un bicampeonato, para que no pasen otros 81 años”, manifestó.

Privilegiado

Chumi tiene una memoria de elefante y recordó que cuando Cartago celebró su segundo campeonato, en 1936, él tenía apenas seis años.

“Era un chiquillo, pero me acuerdo que andaba con mis amigos Tito, Quelo, Piña, Mario Sánchez y Chumico. En ese entonces solo se usaba el apodo.

“Siempre me ha gustado el fútbol y cuando podía me iba a jugar, usaba pantalones cortos, andaba a patica pelada y pude usar zapatos hasta que empecé a trabajar”, afirmó.

El inquieto niño de aquel entonces manifestó que andaba de un lado para otro jugando con la rueda de unos estañones en los que venía la manteca y le ponían un palito para que sirviera de guía.

Sus favoritos. Admira a Paolo Jiménez, Marcel Hernández, Michael Barrantes y Víctor Murillo.

En ese entonces, los brumosos dejaron en el camino al Herediano y se enfrentó al Club Sport La Libertad en una final de tres partidos, todos en el estadio Nacional.

El primer encuentro se jugó el 20 de diciembre con empate 1-1. El segundo fue el 27 de diciembre y finalizó 2-2 y el juego donde se definió todo se jugó el 10 de enero de 1937, con el marcador 1-0, gracias a un gol del capitán Walter Evans.

Cuatro año después, llegó el tercer campeonato para el cuadro de la Vieja Metrópoli y don José Ángel contó que esa la escuchó por radio, en la pulpería que tenía su padrino, Ceferino Calderón.

LEA MÁS: Las piedras del Bar San Lorenzo ya tienen los colores del campeón, el Cartaginés

“Me acuerdo que escuché el partido en una emisora llamada radio City y cuando el equipo llegó a Cartago fue una loquera, porque se fueron primero a la sede del club, que estaba en donde hoy se ubica la Escuela Jesús Jiménez”, afirmó.

Chumi también comentó que vio cuando el equipo llegó a la Basílica de los Ángeles y en donde los jugadores montaban a caballo.

“Recuerdo que el padre Coto estaba enojado y los maldijo, porque les decía ‘cómo se les ocurre faltar el respeto a la Virgen’, eso fue todo un burumbúm”, expresó entre risas.

Enojado

Rodríguez es un fiebre futbolero y toda la vida jugaba, junto con sus hermanos y sus amigos.

“Cuando era pequeño iba al Oratorio Salesiano a aprender un oficio y a jugar fútbol. Con el tiempo se hizo un equipo, jugaba de volante y el equipo se llamaba Pueblo Nuevo.

“Un señor que nos entrenaba, don Rodrigo Rojas, era el boticario y tenía una farmacia y siempre que jugábamos nos daba una pastilla y eso nos daba más energía. No sabíamos qué medicamento tomábamos, pero no daba resultado”, expresó este herrero, zapatero y conserje del San Luis Gonzaga.

El amor por el Cartaginés lo trae en sus venas y cuando ya se casó con su esposa, doña Sabina Barquero se llevaban a sus seis hijos al Fello Meza, para ver al equipo blanquiazul.

“Nosotros íbamos a sol, pero dejamos de ir al estadio, porque nos tiraban bolsas con orines, o a veces lanzaban papas o piedras.

“Entonces decidimos verlos en la casa, mi papá en un tiempo fue vecino de Fello Meza, porque él se fue a vivir por El Molino y él lo recuerda cuando iba a buscar chiquillos a las distintas canchas en Cartago, para llevárselas al Cartaginés”, destacó su hijo Rolando.

Don José Ángel sufrió durante los 81 años en los que Cartaginés no podía levantar una copa.

“Él se enojó y dijo que por un tiempo no iba a seguir más al equipo y así fue hasta que Cartago llegó a la final del 2013 con Herediano.

“Casi se nos muere, porque se nos puso muy ansioso, en ese entonces se movía de un lado a otro y estaba enojado, decía que los jugadores eran unos inútiles”, manifestó.

Sobre el presente campeonato, Chumi tenía una esperanza, cuando los demás miembros de su familia dudaban de que Cartaginés pudiera levantar la copa.

“Luego del juego contra Jicaral nosotros desilusionados y a él se le metió en la cabeza que Cartago iba a ser campeón”, comentó su hijo.

Don José Ángel no ocultó su felicidad por lo que logró el club de sus amores.

”Suelo dormirme temprano, pero para estos partidos me quedaba hasta tarde para verlos. Yo nunca perdí la fe, sentí que se podía lograr y así fue.

“En el juego de la gran final, en el Fello, enloquecí al ver el gol de (Jeikel) Venegas y estaba muy feliz, me comuniqué con mis hijos luego de ver el gol de Campos, que fue un golazo”, dijo.

El campeonato hizo que Chumi no se quite la camisa del Cartaginés, tiene dos y ahí las va usando poco a poco. Tampoco se deshace de su bufanda y su gorra.

“Sé que muchas personas no han podido vivir lo que yo estoy viviendo y por eso me siento afortunado, ya era hora”, expresó este abuelito de 18 nietos y 18 bisnietos.