Con la frase “Valientes por siempre” y con la imagen de un Batman en Ciudad Gótica, la afición morada mostró el tifo con el que el Ricardo Saprissa recibió a su equipo para el juego de vuelta de semifinales ante Cartaginés.
Con este tifo, el Monstruo se le plantará en la final a una Liga Deportiva Alajuelense que llega como el favorito, pero con un conjunto tibaseño que busca hacerle honor al “Caballero de la Noche” y revivir las viejas pesadillas rojinegras.
Instantes antes del pitazo inicial, se conoció la noticia de la ausencia del gran capitán morado, Mariano Torres, ni siquiera en banca, lo cual preocupó a los que piensan que Saprissa sin el argentino no se muestra tan poderoso.
Con el silbato del árbitro, Cartaginés fue el encargado de llevar los hilos en la Cueva, debido a la obligación de revertir el resultado y la historia en su contra, ya que Vladimir Quesada y el Monstruo plantearon un inicio de juego con la mentalidad de esperar y sacar provecho del botín logrado en el Fello Meza.
Sin mucho peligro, pero llevando la iniciativa, Cartaginés logró inquietar por primera vez la portería de Esteban Alvarado en tan solo 15 minutos tras un disparo de Suhander Zúñiga que fue detenido por el guardameta tibaseño, Esteban Alvarado.
El Monstruo no terminó de encontrarse en cancha hasta que, cerca del 45, tuvo la jugada más peligrosa, la cual se dio en un cobro de tiro de esquina, en la que, después de una serie de rebotes, Kendall Waston, fiel a su estilo, ganó un balón aéreo para ocasionar un peligro que no fue más allá, gracias a que la defensa blanquiazul logró resolver.
La primera mitad terminó con Cartaginés encimando a un Saprissa desconocido en su estadio, y con un Marco Ureña perdonando tras una nueva intervención de Alvarado para sostener la ventaja del global, pero con unas sensaciones inquietantes.
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En la etapa complementaria, Vladimir Quesada, junto a sus pupilos, entraron con otra postura, con unos tímidos acercamientos sobre la portería de Briceño; aunque una tapada de Alvarado volvió a ahogar el grito de gol en el conjunto de Andrés Carevic, algo que parece haberle recordado al club morado su obligación de ir al frente y demostrar su jerarquía.
Tiro libre para los locales, y sin el capitán en cancha, fue David Guzmán el encargado de asumir la responsabilidad, con un Briceño siendo el encargado de intervenir y lanzarlo al saque de esquina, una premonición de lo que se vendría segundos después.
Al 59, de nuevo la pelota parada y al igual que lo que sucedió en el Fello Meza de Cartago, pero en esta oportunidad con un protagonista distinto. Orlando Sinclaire le ganó a toda la defensa brumosa para colocar el 1-0 y devolverle la calma a una Cueva, que se mantuvo inquieta por lo visto en cancha, pero que tras dicho tanto, empezaron los cánticos dedicados al máximo rival de toda la vida.
El que no los hace, los ve hacer, y pese a las sensaciones de que Cartago estaba siendo un poco más que los locales, el peso del Monstruo se impuso para lograr darle una cachetada a Carevic y compañía de la que no se repondrían.
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Para poner el jaque mate a la serie, un penal sobre Jefferson Brenes fue transformado por Ariel Rodríguez al 83, provocando, una vez más, el estallido de un estadio Ricardo Saprissa que tiene clara la consigna de buscar la 41 y en territorio enemigo.
En la reposición, por medio del VAR, los blanquiazules tendrían la posibilidad de maquillar el resultado luego de una mano en el área de Brenes; dicho lanzamiento sería transformado por Everardo Rubio al 90+4, pero ya muy tarde para un Cartago que regresó a las semifinales tras varios torneos sin aparecer, y que se marcha con dos caídas.
Con marcadores de 2-1 y global de 4-2, los morados dejan en el camino al Cartaginés, pero ahora con un objetivo: primero alargar la serie ante los manudos a una gran final, y con esa valentía del superhéroe que representan, revivir fantasmas y traumas en Alajuela para conseguir el objetivo de recuperar el trono que desde hace dos torneos no pertenece al equipo con más títulos de la historia del fútbol de Costa Rica.

