La británica Skye Owen, de 26 años, vivió un verdadero calvario por un dolor de espalda que los médicos no tomaron en serio, más bien la tildaron de “dramática”. Lo que parecía un simple tirón muscular tras un fin de semana activo se convirtió en una infección grave que puso su vida en riesgo: artritis séptica que derivó en sepsis.
Todo comenzó después de un fin de semana intenso en Cornwall, Inglaterra, lleno de surf, senderismo y escalada. Skye empezó a sentir un dolor sordo en la cadera que se irradiaba hacia la zona lumbar y bajaba por la pierna. “Al principio pensé que era un mal movimiento. Pero cada paso me hacía gritar de dolor. Era como si alguien me clavara cuchillos en la cadera”, relató la joven.
Preocupada, decidió acudir al hospital, pero los médicos no le dieron importancia. Le dijeron que solo era ciática y la enviaron a casa con reposo. Incluso al comunicarse con el servicio de urgencias telefónico, le dijeron que estaba siendo “dramática” y que no era nada grave. La muchacha fue rechazada varias veces y cada visita terminaba igual: con la sensación de que su dolor no importaba.
Con el dolor empeorando, sus padres la obligaron a regresar al médico. Un especialista la revisó a domicilio, pero otra vez la diagnosticaron con ciática. Horas más tarde, la llevaron de urgencia al Royal Cornwall Hospital, donde finalmente descubrieron la verdad.
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Allí los exámenes revelaron una artritis séptica en la articulación sacroilíaca y la cadera, que ya había derivado en sepsis. Skye fue operada de emergencia y permaneció casi un mes hospitalizada. Después tuvo que aprender a caminar nuevamente, enfrentándose no solo al dolor físico, sino también al impacto psicológico de haber estado al borde de la muerte.
¿Qué es la sepsis y por qué es peligrosa?
La sepsis es una reacción extrema del cuerpo a una infección que se propaga por la sangre. Puede causar fallo de órganos y la muerte si no se trata a tiempo. Los expertos destacan que los síntomas iniciales pueden parecer leves o confundirse con dolores musculares, pero ignorarlos puede ser fatal.
Lecciones para pacientes y familiares
Aunque la mayoría de los dolores de espalda son benignos, nunca hay que subestimarlos. Señales de alerta: fiebre, dolor que baja por la pierna, dificultad para caminar, inflamación visible o enrojecimiento. Ante cualquiera de estos síntomas, insistir y pedir exámenes adicionales es clave.
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Skye lo recuerda con claridad: “Es aterrador que me hayan tratado de dramática cuando mi vida estaba en riesgo. Si me hubiera hecho caso desde el principio, quizás no habría pasado por todo esto”. Su historia es un llamado a la atención médica: escuchar al paciente y no subestimar sus síntomas puede salvar vidas.
La enseñanza es clara: si un dolor persiste, empeora o viene acompañado de signos de alarma, hay que insistir. Pedir segunda opinión, acudir a especialistas y no dejarse pelotear puede marcar la diferencia entre un susto y una tragedia.
La experiencia de Skye Owen demuestra que incluso personas jóvenes, activas y saludables pueden enfrentar amenazas graves sin advertirlo. Su historia es un recordatorio: cuando el cuerpo habla, hay que escucharlo. Y los profesionales de la salud deben tomar en serio cada dolor, cada queja, porque nunca se sabe si es un simple tirón… o algo que podría costar la vida.



