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A ponerse con Dios: Fotógrafo revive 35 años de la visita del papa al Hospital de Niños

Don Carlos Alberto Villalobos se la jugó como un vikingo para no perder ni una sola de las fotos que recuerdan la visita de san Juan Pablo II al centro médico

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El 3 de marzo tiene un significado especial desde hace 35 años para don Carlos Alberto Villalobos, no solo es el aniversario de la visita del papa san Juan Pablo II al Hospital Nacional de Niños, sino una de las experiencias que más lo marcaron como fotógrafo.

Ese día le tocó correr delante del distinguido visitante, para fotografiar las miradas de admiración y asombro del personal médico y los pacientes que lo recibieron en los pasillos del "hospi".

Desde las 5 de la mañana de ese día llegó con dos cámaras y armado con más de 30 rollos de 36 cuadros cada uno, para no perder ni una sola imagen.

Su experiencia durante 18 años como fotógrafo clínico del hospital para captar imágenes en el microscopio, en las salas de operaciones y en los salones de visita le recordaban la importancia de no fallar en una época en la que no había cámaras digitales.

“Me fui preparado para que no me fallara nada, lleve como 36 rollos, calculo que tiré unas 300 tomas, las luces del flash no paraban y lo más asombroso era su tranquilidad (del papa), porque a pesar de lo molesto que eso podía ser nunca se mostró enojado y siempre sonrió a todos, inclusive a mí que a veces sentía que lo incomodaba”, recordó don Carlos.

Ese día llevó una cámara Minolta 75 y una Leica de 36 milímetros, ambas manuales, por lo que debía cambiar rollos a cada rato. “Llevé las dos porque cuando cambiaba el rollo de una la otra estaba lista y así no me arriesgaba a perder ninguna imagen”, explicó.

Solo él tuvo acceso a los salones, los medios de comunicación no tenían permiso de entrar a tomar las fotos, solo él, como trabajador del hospital, contó con ese privilegio.

“Había que ser muy gato, me la jugué solo como un vikingo, tomé unas 200 fotos y ningún rollo me falló milagrosamente”, explicó con orgullo.

Así lo comprobó cuando llevó a revelar las fotos a la Kodak, que estaba por el edificio central de Correos y a Químicas Unidas, que, según cuenta se peleaban por ser los que revelaran los rollos de película de la histórica visita.

Aunque los negativos están en el archivo del hospital, don Carlos conserva varias fotos con un significado especial, como la de un pequeño que estaba internado y le hizo un favor a un amiguito.

Don Carlos cuenta que un pequeño llamado Geovanny, que padecía de mielomeningocele (un quiste en la médula espinal), guardó una carta de un compañero de salón al que le dieron la salida y que no iba a poder entregarla al papa en persona.

“Esa historia la tengo muy presente porque, como yo trabajaba en el hospital, me lo topaba a menudo. Una vez le pregunté que qué decía la carta y él me dijo que no me podía contar, porque le prometió a su amigo que guardaría el secreto”, según explicó el fotógrafo, ese niño murió años después debido a su enfermedad.

La mamá de Geovanny visitó el hospital tiempo después y le contó a don Carlos lo que decía la carta. Él también ha guardado el secreto desde entonces.

El día terminó con una homilía a la que asistieron unas 400 personas, fueron los empleados con más años de trabajar en el hospital, algunos de los pacientes y empleados de la Caja, fue hasta ese momento que pudo estar frente al papa escuchando lo que tenía que decirles.

“En ese momento nos agradeció porque nos comportamos como él creía que éramos nosotros con los niños y nos habló de un versículo de Mateo, “Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo: En cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis”.

Esta historia acompaña a don Carlos, quien mantiene su devoción en la Virgen y desea que algún día se repita una visita tan llena de fe y compasión como la que se vivió hace 35 años.

Bella Flor Calderón

Bella Flor Calderón

Comunicadora

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