Esteban Ramírez Guerrero es un artista de 36 años que tendrá su primera exposición este sábado en las instalaciones del Hospital Metropolitano ubicado en Lindora, en Santa Ana, pero además de ser su primera oportunidad, la muestra tiene un significado especial detrás de cada una de las cuatro obras que exhibirá.
El pedido fue que las pinturas se basaran en el concepto de una luz en el camino a la felicidad y que de algún modo estuvieran vinculadas a la experiencia con los hospitales.
“Cada una de ellas representa una parte de las diferentes formas en las que puedo concebir la alegría en mi vida”, asegura.
La primera es de un niño que va caminando por una calle mojada con un murito a lado y que da la ilusión de que estuviera lloviendo con un poco de bruma.
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“Ese cuadro le trae recuerdos de cuando estaba pequeño, durante el kínder y la escuela, de camino de mi casa a la escuela había un murito sobre el que siempre me iba haciendo equilibrio y me trae muchos recuerdos, porque representa como el paso cuando uno sale de la casa, pero como que no quiere alejarse de la familia, pero cuando llegaba a la escuela, era distinto, porque estaban mis amigos”, explicó Ramírez.
Añade que ese cuadro intenta que la gente entienda que para ser feliz, a veces hay que soltar y aceptar cambios.
Homenaje a mamá
Hay un cuadro de un quetzal que está pensado en honrar a su madre, a la que le gustaban mucho las aves.
“Ella pasaba poniéndole comida a los pajaritos en el patio de atrás. Ella amaba la naturaleza y las matas, siempre tuvo un montón de ellas y esa es mi parte de la alegría al conectarnos con la naturaleza y cuidar de otros y de nuestro entorno”, explicó Esteban.
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Refleja la alegría que produce el ser desinteresados.
Su madre, Ofelia Guerreo, falleció hace 12 años a consecuencia de complicaciones por la quimioterapia que recibía. Ella padeció cáncer de seno, lo superó y cinco años después perdió la batalla contra el mismo mal.
Agridulce
El tercero de los cuadros es un paisaje con unas nubes inmensas que son un recuerdo de la primera vez que conocío el mar.
“Esa experiencia se me quedó muy grabada porque yo lo vi tan inmenso. Tenía unos cuatro años y no puedo describir el asombro y maravilla que me provocó, nunca había visto el mar ni en películas, porque no teníamos televisión y está ligada con los hospitales, porque esa visita fue para despedirnos de mi abuelita Rafaela Solano, que estaba internada en el Moseñor Sanabria”, narró el pintor.
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Esa obra refleja la alegría de dejarse maravillar por el mundo, que a veces perdemos la habilidad de dejarnos asombrar por las cosas bonitas que vemos o experimentamos en la adultez.
El último lo estaba terminando para cuando nos atendió (este jueves) y muestra a un chico que está abrazando a una persona.
“Representa la alegría del poder dar afecto, del contacto humano que necesitamos mucho. Máxime en estos momentos que, por la pandemia, tenemos una generación de niños que su etapa de desarrollo de los tres a los cinco o seis años la pasaron en pandemia y es cuando desarrollamos las habilidades sociales”, dijo el artista.
Doloroso trayecto
A Esteban le gustaba pintar desde que estaba en el cole, pero fue hasta más adelante, por circunstancias de su vida, que se animó a estudiarlo, porque siempre le tuvo miedo y se matriculó a la escuela de Artes de la Universidad de Costa Rica (UCR).
Un amigo suyo fue el que le preguntó si deseaba participar en esta exposición y aceptó porque tenía las suficientes experiencias para mostrar en sus inspiraciones.
“Tuve unos problemas gástricos de la noche a la mañana que me mantuvieron internado por semana y media, luego de una operación por apendicitis en donde me advirtieron que llamara a mis hermanas para despedirme de ellas, porque si se reventaba podía morir por la infección”, recordó.
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Actualmente vive junto a su hermana Maribel Ramírez, en Pozos de Santa Ana.
Si quiere ver las obras de este y otros 12 artistas, puede visitar el hospital este sábado de 11 a. m. a 3 p. m. o puede también seguir a Esteban en su Instagram @stxnwr