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Cuando la prensa anuncia la muerte del hijo único

Doña Vivian Solís enfrentó un momento durísimo una mañana de domingo del 2011

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Doña Vivian Solís recibió la primera señal de que algo no andaba bien con su hijo cuando atendió una llamada telefónica de una periodista el domingo 10 de julio del 2011.

La señora salía de una iglesia en Tibás, como a las nueve de la mañana, cuando le sonó el teléfono: “le llamamos de La Nación, ¿usted vio lo de un accidente?’”.

Su reacción fue tirar el teléfono.

Su hijo Álvaro Andrés Hernández Solís, de 21 años, no había regresado a dormir en la madrugada de aquel día pese a que en su última conversación con doña Vivian, el sábado 9, le había dicho que ya casi llegaba. “Mami, espéreme despierta, si no que agüevado”, le dijo el joven. Eran como las 10:30 de la noche.

Habían hablado cinco veces durante la noche porque a él le gustaba estar pendiente de su madre. “¿Ya llegó al trabajo?”, “¿Ya te dije que te amo, gordita?”, “¿Cómo le fue en el día?”.

Para la señora, que su hijo no llegara a dormir era una falta grave y estaba enojada. No solo podía estropear el paseo que habían planeado para ese domingo, sino que ella pasó la noche sin dormir y desesperada pero jamás pensó que la tragedia ya había tocado a la familia.

Doña Vivian llamó no sabe cuántas veces al celular de su hijo y el aparato daba tono, pero Álvaro nunca contestó. La señora habló con un líder del grupo al que asistía el joven, conversó con la mamá de esa persona y salió aturdida y fuera de sí en la mañana, para misa de ocho. Luego iría al paseo. En su cabeza tenía la idea de que su hijo había cometido una travesura.

Doña Vivian salió de la casa y dejó advertida a su madre, que vive cerca, que no le hiciera la masaguada a Álvaro Andrés. Él debía notar el disgusto que había causado en la familia con ese comportamiento. “Esto no se vuelve a repetir”, dijo doña Vivian.

En el momento de la llamada del periodista, doña Vivian viajaba con compañeros del grupo Jornadas de Vida Cristiana y aún estaban en Tibás. “Cuando llamaron, ellos pararon los carros y se comunicaron al número de La Nación. Les dijeron que los jóvenes del accidente estaban bien en la Cruz Roja de Santo Domingo”, comentó.

Se fueron entonces para allá, donde les indicaron que los habían trasladado al hospital de Heredia para una revisión, pero les adelantaron que estaban bien. La caravana también se fue para el hospital florense.

“Cuando me bajé, los cruzrojistas me decían que estuviera tranquila, que los muchachos no tenían nada pero ya en el hospital dijeron que aún estaban en el lugar del accidente, por el Más x Menos de Santo Domingo y me sonó normal pues andaban cenando en un lugar cercano ”, recuerda.

Para ir al Más x Menos, la señora les indicó a los que iban para el paseo que se fueran, que su hijo estaba bien pero una pareja de jóvenes no la quiso dejar sola y la llevaron al lugar del accidente.

“Cuando llegué sentí algo extraño en el cuerpo, un vacío, un hueco. Empecé a llamar a Álvaro Andrés y no estaba. No eran ellos los del accidente, eran otras personas”.

En ese momento, doña Vivian decidió ir a La Nación y conversar en persona con la periodista que la había llamado un rato antes y terminar con aquel sentimiento que estaba pasando del enojo y la angustia al terror.

Camino a La Nación sintió algo feo.

“Sentía que (su hijo) ya no estaba aquí, sentí que me habían arrancado la vida. Cuando llegué a La Nación y me bajé, sonó el teléfono y me dijeron, ‘señora Vivian Solís, es de Medicatura Forense, la llamamos para que venga a reconocer el cuerpo de su hijo”.

Chofer iba tomado

Álvaro Andrés había muerto horas antes, a las 11:38 de la noche del sábado, en un accidente de tránsito ocurrido en el cruce del restaurante La casa de doña Lela, en San Miguel de Santo Domingo de Heredia. Según doña Vivian, un chofer borracho que manejaba a alta velocidad se brincó el semáforo y le dio al carro del lado del asiento del acompañante, donde iba Álvaro.

Álvaro murió de forma inmediata. “Con el tiempo esto lo he podido aceptar. Entendí que no sintió nada y que era mejor así”, señala doña Vivian.

El carro en el que viajaba Álvaro como acompañante se iba a meter a la calle que da a Moravia, por detrás del conocido restaurante típico, cuando fue impactado por un 4x4 que conducía un hombre de apellido Corea.

Milena López era la joven que conducía el auto en el que iba Álvaro. Volvían de un cumpleaños en el bar Sapo Texano, en San Miguel de Santo Domingo de Heredia. Habían salido cuatro compañeros a festejar un cumpleaños en dos carros, en uno iban Milena y Álvaro Andrés y en el otro Edwin (el cumpleañero) y Karolina.

El golpe fue tal que no solo mató a Álvaro Andrés de un solo tiro, sino que mandó a Milena al hospital durante cuatro meses, dos de los cuales estuvo en coma.

“Él salvó mi vida porque amortiguó el golpe. Si no hubiéramos muerto los dos”, dice ahora Milena.

Un hijo único

El joven se acababa de graduar de Ingeniería industrial y era alegre, de amplia sonrisa y muy entregado en lo que hacía.

Tenía una particularidad que magnificó la tragedia, era hijo único, pero también sobrino y nieto único. Resulta que doña Vivian tiene tres hermanas más, pero solo ella tuvo retoño y era Álvaro Andrés. “Era el chineado de todas. Él amaba la vida con pasión y la verdad es que fue fácil ser su mamá. Éramos almas gemelas y formábamos un equipo, aún lo formamos”, afirma doña Vivian.

Además, era un fiebre seguidor de Alajuelense y le gustaban el baloncesto, el boxeo y el tenis.

“Nunca faltó a la casa, tenía sus derechos pero también sus obligaciones, pero quiero que ponga como un homenaje a él, que nunca había faltado a la casa”, nos dijo la señora.

Dolor más llevadero

Doña Vivian asiste al grupo Renacer Costa Rica, una organización formada por padres de familia que han perdido hijos y que ha sido una nueva esperanza en su vida. Allí ha aprendido a vivir con esa ausencia en su corazón.

“Este es un dolor que llevará una madre hasta el día que cierre sus ojos y para gloria de Dios, nos vamos a encontrar y a abrazar nuevamente. Ese lazo de una madre y un hijo no lo rompe la muerte física, es tal el amor que estoy esperando que sea el día que el Señor me llame a su presencia para estar con él, pero en ese lapso tengo que dar lo mejor de mi en honor a Boyi (así le decía a su hijo)”.

Asiste a Renacer en su sede de Tibás y explica que es un grupo de ayuda mutua donde se enseñan entre ellos mismos a levantarse de las cenizas. “No podemos cambiar el dolor que vivirá para siempre con nosotros, pero sí podemos escoger la actitud con la que vamos a enfrentar la vida a partir de esa ausencia física”.

Renacer es un grupo con sedes en diferentes partes del país. Los puede encontrar en Facebook como Renacer Costa Rica y allí obtendrá la información de los sitios donde hacer las reuniones y los teléfonos para llamar.

El mensaje final de doña Vivian es "se puede seguir, pero no solos, aprendiendo que la otra cara de la moneda del dolor, es el amor”.

Franklin Arroyo

Franklin Arroyo

Periodista egresado de la Universidad Federada. Integra el equipo de Nuestro Tema de La Teja. Trabajó en el Periódico Al Día, corresponsal del diaro Marca para Centroamérica y editor de la revista TYT del Grupo Eka.

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