Hay una curiosa tendencia que está creciendo en países de Latinoamérica, como México, Colombia, Guatemala y Costa Rica, y tiene que ver con las llamadas telefónicas.
Aunque cada vez sea más fácil y económico hablar por celular con los planes que ofrecen las distintas compañías telefónicas, que a veces hasta incluyen minutos ilimitados y tecnologías como VoLTE, VoWiFi o llamadas por IP (como WhatsApp), lo cierto es que la costumbre de la conversación espontánea de voz entre los más jóvenes está disminuyendo.
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Según cifras de Global System for Mobile Communications (GSMA), en países como México, Colombia, Costa Rica y Guatemala, el tiempo promedio mensual dedicado a llamadas tradicionales ha caído entre 25% y 35% en los últimos cinco años, así lo detalla el Mobile Economy Latin America 2025.
En contraste, el tráfico de mensajería instantánea (WhatsApp, Telegram, Messenger) ha crecido más de 80% en el mismo periodo, impulsado por el mayor consumo de datos móviles, que pasó de 2 GB por mes, por usuario, en 2019, a 9 GB por mes en 2024, según datos de GSMA Intelligence.
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En Costa Rica, el acceso a datos móviles es uno de los más económicos de Centroamérica. Según el informe Freedom on the Net 2023, basado en estadísticas de la Superintendencia de Telecomunicaciones (Sutel) y Fonatel, el precio promedio de 1 GB fue de ¢1.500 colones, con tarifas mínimas de ¢960.
Un cambio cultural
El cambio no es solo tecnológico, sino también cultural. A nivel global, solo el 16% de millennials y de la generación Z consideran que atender una llamada telefónica es un buen uso de su tiempo, así se detalla Statista – Global Consumer Survey 2024.
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Los más jóvenes prefieren coordinar previamente una llamada mediante mensaje y evitan responder llamadas no anunciadas.
La tendencia detalla que en el trabajo, las reuniones rápidas por voz han sido reemplazadas por cadenas de mensajes, lo que hace más lentas las decisiones.
En la educación, las tutorías o consultas pierden la riqueza de la voz como vehículo de explicación y empatía.
En las relaciones personales, se reduce la transmisión de emociones que solo la voz puede aportar.
Pero este fenómeno de “avisar antes de llamar” y la preferencia por lo escrito pueden limitar la espontaneidad y la empatía en las conversaciones, incluso la confianza.