Doña Cinthia Salazar Carmona, vecina de toda la vida en Paso Ancho, tiene 49 años y carga en su corazón un título que vale más que cualquier otro: el de mamá guerrera.
A su lado siempre han estado su esposo Ronald Jiménez Castro y sus dos hijos, Diego, de 26 años y Vanessa, de 14; además, una amiga del alma, llamada Taina Rodríguez, aunque ella la considera una hermana que le dio la vida.
La vida no le puso un camino sencillo. Cuando Vanessa tenía apenas tres meses de nacida, se puso moradita y la llevaron de emergencia al Hospital de Niños, donde le diagnosticaron virus respiratorio sincitial.
Los exámenes revelaron algo más: una enfermedad en la sangre llamada neutropenia, que significa muy pocos glóbulos blancos, las células que luchan contra las infecciones graves.
“El Hospital de Niños se volvió mi segunda casa, pasé hambres, fríos y situaciones que uno no quisiera ver nunca, con uno y con otros pacientitos. Me tocó sentarme afuera del Hospital y recibir cafecito con pan de los chanceros que veían mi situación y sabían que tenía hambre”, recuerda.
La niña también nació sin los tendones de los dedos de sus dos manitas. Eso significó pasar por 16 operaciones en cada mano. Hoy Vanessa no solo mueve sus dedos con normalidad, sino que sueña con ser diseñadora gráfica porque le apasiona el dibujo. “Vea lo que es Dios de grande, sus manitas están tan bien que dibuja y pinta”, dice orgullosa la mamá.
Vanessa hoy día necesita tomar leche especial que es cara y por eso esta mamá guerrera hace hasta lo imposible, como rifas y lo que tenga que hacer ya que no ha existido institución del gobierno que le ayude con este tema.
Si usted quiere ayudar a esta mamita puede contactarnos con gusto.
Resucitó
Hace seis años, doña Cinthia vivió un episodio que jamás olvidará. Después de una operación se le metió una bacteria y los médicos la mandaron a la casa sin esperanza, prácticamente a morir.
“Me hicieron despedirme de mis hijos y mi esposo. Yo sentí que ya no daba más, estaba segura de que me iba a morir”, cuenta.
Pero un ángel se cruzó en su camino en la clínica Carlos Durán: una doctora cambió el medicamento y, en cuestión de horas, la mujer que había llegado en silla de ruedas lista para despedirse de la vida, se levantó y volvió a caminar.
“Dios me dio una segunda oportunidad. Ser madre y mujer inspira a nunca caer, aunque una se cholle, siempre hay que seguir adelante”, afirma.
Sacrificios y milagros
El amor de doña Cinthia hacia sus hijos siempre fue su motor. A los 23 años le tocó ser madre soltera. No había dinero y recuerda usar el mismo pantalón tres veces por semana y pegar sus zapatos con goma loca para poder ir a trabajar, pero todo lo hizo con amor de mamá.
“Ser madre es lo más maravilloso que Dios nos dio, es el privilegio de dar vida y sentir un amor que no se doblega ante nada”, dice sin ninguna duda.
Hoy vive agradecida, cuidándose porque en noviembre pasado le detectaron un pequeño problema en el corazón. Como su mamá también se enfermó del corazón y un hermano murió de un problema cardíaco, mantiene un control estricto.
Amor puro
En su mirada hay lágrimas, pero no de dolor, sino de gratitud. Doña Cinthia sabe que ha vivido momentos en los que estuvo a segundos de perder la vida, pero también experimentó el milagro de volver a levantarse.
El Día de Chineo fue más que un homenaje: fue el reconocimiento público de una mujer que nunca se rindió, que luchó por sus hijos y por ella misma.
“El amor más puro que uno puede sentir es el amor a los hijos. Yo sé que mientras esté viva, siempre voy a estar para ellos”, dice, con esa fuerza que solo las mamás de verdad conocen.
¡Gracias, mamá!
Con semejante historia de vida, no es casualidad que doña Cinthia fuera elegida por La Teja para vivir un día de chineo el pasado 12 de agosto, junto a otras tres mamás: Patricia Solano (56 años), Adela Sándigo (51) y Miriam Ramírez (81 años).
Fue una celebración adelantada del Día de la Madre, para que pudieran pasar el 15 de agosto tranquilas con sus familias.
La promoción nació en redes sociales con la frase “Detrás de una gran mamá, hay una gran historia”. Y vaya si la de doña Cinthia lo era.
Ese martes, desde temprano, las chinearon como reinas. Hyundai las recogió en un flamante carro último modelo, un Santa Fe, para que vivieran la experiencia desde el primer kilómetro.
La primera parada fue en Tiendas Ekono, donde les dieron ₡50.000 para ropa, y luego en Zapaterías del Barco, que completó el look con zapatos nuevos.
Más tarde, las mamás vivieron un momento soñado: sesión de fotos profesional con maquillaje y peinado cortesía del IECSA y la Revista Perfil, que publicará un artículo sobre las 4 en la edición de septiembre.
Como toda reina merece su banquete, Caribbean Delights se lució con un almuerzo caribeño que dejó a todas chupándose los dedos.
Y porque en la casa siempre hace falta una ayudita, Artelec les regaló ₡100.000 en electrodomésticos, Fort3 una bolsa de productos variados y Carnes San Martín las sorprendió con implementos parrilleros y una orden de compra de ₡50.000.
“Yo me sentí como una reina. Después de todo lo vivido, esto fue un regalo de Dios. Una caricia al alma”, nos aseguró doña Cinthia entre lágrimas de felicidad y agradecimiento.