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Óbolo de San Pedro se mantiene vigente dentro de la Iglesia católica

Una vez al año se hace una colecta en todo el mundo que se envía al Vaticano

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Los que son católicos practicantes y acostumbran ir a misa todos los fines de semana saben muy bien cuando se realiza una colecta adicional para el Óbolo de San Pedro.

Pero para los que van de vez en cuando y asistieron a la misa del fin de semana del 25 y 26 de junio se preguntaron, ¿qué es el óbolo?

Resulta que el Óbolo de San Pedro son las donaciones de las diócesis y cristianos católicos del mundo entero al papa de Roma, en este caso al papa Francisco, para que él pueda sostener su misión apostólica y caritativa en favor de la iglesia universal.

Todas las ofrendas tienen un valor enorme porque representa la comunión directa de los feligreses con el máximo líder de la iglesia.

Una de las características del cristianismo es que todos los que siguen el ejemplo de Jesucristo deben ayudar a los más necesitados.

Los anglosajones, luego de su conversión, a finales del siglo VIII, se sintieron tan unidos al obispo de Roma que decidieron enviar de manera fija una contribución anual al papa. Así nació el “Denarius Sancti Petri” (Limosna a San Pedro), que pronto cobró popularidad en los países europeos.

Ésta costumbre fue fortaleciéndose a lo largo de los siglos, hasta que fue regulada de manera por el papa Pío IX en la Encíclica “Saepe Venerabilis” (5 de agosto de 1871). Desde entonces está definido que la colecta se realiza en todo el mundo católico, en la “Jornada mundial de la caridad del papa”, el 29 de junio o el domingo más próximo a la solemnidad de san Pedro y san Pablo.

San Juan Pablo II explicó a inicios de su pontificado el criterio general que inspira la práctica del óbolo.

“La base primaria para el sostenimiento de la Sede Apostólica está representada por los donativos que espontáneamente hacen los católicos de todo el mundo, y eventualmente también otros hombres de buena voluntad”, dijo.

Los donativos de los fieles se emplean en obras misioneras, iniciativas humanitarias y de promoción social, así como en sostener las actividades de la Santa Sede.

“Conocéis las crecientes necesidades del apostolado, las exigencias de las comunidades eclesiales, especialmente en tierras de misión, y las peticiones de ayuda que llegan de poblaciones, personas y familias que se encuentran en condiciones precarias. Muchos esperan de la sede apostólica un apoyo que, a menudo, no logran encontrar en otra parte.

“Desde esta perspectiva, el óbolo constituye una verdadera participación en la acción evangelizadora, especialmente si se consideran el sentido y la importancia de compartir concretamente la solicitud de la Iglesia universal“, agregó en aquella oportunidad el papa san Juan Pablo Segundo.

Rocío Sandí

Rocío Sandí

Licenciada en Comunicación de Mercadeo de la Universidad Americana; Periodista de la Universidad Internacional de las Américas, con experiencia en Sucesos, Judiciales y Nacionales. Antes trabajó en La Nación y ADN Radio.

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