El expresidente de la República, Óscar Arias, reaccionó a la muerte de Randall Gamboa, el costarricense que fue deportado el 3 de setiembre de Estados Unidos en estado vegetal.
En una publicación en redes sociales, el exmandatario arremetió contra los gobiernos de Costa Rica y Estados Unidos por las condiciones en las que se encontraba el costarricense.
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“Nada podemos hacer ahora para devolverle la vida a Randall Gamboa, quien permaneció en custodia del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE) de los Estados Unidos de América y, posteriormente, fue deportado a nuestro país en una muy precaria condición de salud que nos hacía suponer que fue maltratado sin misericordia alguna. Luego de permanecer en agonía durante dos meses, lamentablemente, el día de ayer falleció”, dijo Arias.
Él señaló que, aunque no podemos devolverle la vida a Randall, lo que sí se puede hacer es alzar la voz ante el silencio del gobierno de Costa Rica sobre esta situación.
“Han pasado casi dos meses desde que Randall regresó al país y nuestro gobierno ha sido incapaz de obtener de las autoridades de Washington una explicación. La familia de Randall merece conocer la verdad y que se sepa qué fue lo que le sucedió mientras se encontraba bajo custodia de las autoridades migratorias de los Estados Unidos”, escribió el expresidente.
Por otra parte, el exmandatario calificó la política migratoria del presidente estadounidense, Donald Trump, como “racista” y “xenófoba”, que normaliza el trato inhumano hacia los migrantes.
El caso de Randall le recordó a Arias, el del estudiante estadounidense de la Universidad de Virginia, Otto Warmbier, quien fue detenido en Corea del Norte, justamente, cuando iba a abandonar el país.
“Durante su encarcelamiento cayó en coma. En junio de 2017, tras 17 meses de prisión, fue liberado en estado de coma y devuelto a Estados Unidos. Otto Warmbier falleció pocos días después sin haber recuperado la conciencia”, comentó Arias.
“Nunca me imaginé que llegaría el día en el cual los Estados Unidos de América, el ‘líder del mundo libre’, como suelen llamarse los estadounidenses, llegaría a comportarse igual que Corea del Norte, uno de los regímenes dictatoriales más despóticos del mundo. Al igual que la muerte de Warmbier, la muerte de Randall, sin una explicación oficial de las autoridades norteamericanas, provoca una enorme indignación pública”, añadió.
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El caso
Randall vivía en Estados Unidos y trabajaba como operador de maquinaria pesada, cuando fue arrestado por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) en diciembre de 2024.
Durante unos meses, su familia pudo comunicarse con él por medio de videollamadas varias veces al día, mientras estaba detenido en el condado de Webb, en Texas.
Sin embargo, el 12 de junio la comunicación se cortó, por lo que la familia empezó a averiguar qué le había pasado a Randall.
La hermana del costarricense contó a La Teja que les decían que él no quería hablar con ellos.
“Fui a la Cancillería y del guarda no me dejaron pasar, pero insistimos, prácticamente, los acosamos y luego nos dijeron también que, supuestamente, mi hermano no quería tener contacto con nosotros, eso les decían las autoridades estadounidenses, pero sabíamos que había algo extraño“, contó Greidy Mata, hermana de Randall.
Georgia, una amiga estadounidense de Randall, encontró a una abogada, quien ayudó a la familia a investigar. En agosto se dio a conocer que él estaba en un centro médico, en cama y en estado vegetativo.
Tras su regreso a Costa Rica en setiembre, él estuvo en un hospital en Pérez Zeledón, donde murió el domingo 26 de octubre.
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