Nacional

¿Qué bota la gente y cómo es el brete de un chatarrero? Acompañemos a don Luis Alonso en un día de trabajo

Alajueliteño cuenta que los días buenos se puede ganar 60 rojitos y en los malos unos 25 mil

EscucharEscuchar

Don Luis Alonso Durán Piedra es un chatarrero colochudo, buena gente y amigable. Tiene más de 40 años años de experiencia en ese noble oficio.

La Teja lo acompañó en parte de su recorrido para conocer qué bota la gente en estos tiempos y cómo está el arroz con el asunto de la chatarra.

Un día de brete de uno de estos trabajadores inicia, en promedio, a las 6:30 de la mañana. Hay que “mañanear tempranito” porque las rutas que abarcan ahora son lejos de San José, ya que las municipalidades les han quitado muchos clientes en la capital con la recolección de desechos no tradicionales.

"Antes no nos llamábamos chatarreros, porque reciclábamos solo botellas y papel periódico. La chatarra empezó a aparecer hace unos 25 años, cuando tomó fuerza el material metálico, como latas de atún, de sardina, tarros de pintura, ollas, latas viejas de zinc... Los ticos botamos bastante de eso y ese ahora es el fuerte de nuestro trabajo”, comentó don Luis Alonso.

Este vecino de Alajuelita, de 55 años, nos cuenta que hace poco le chocaron el otro camión que tiene en un cruce de semáforos y que el culpable se dio a la fuga. Entonces ese día que lo acompañamos, el viernes 17 de agosto, le tocó trabajar junto a su hijo en el otro camioncito y repartir la ganancia “mita y mita”.

Ese día tocó hacer la ruta de El Coyol de Alajuela. Luego de pasar varias presas, que ya son costumbre en nuestro país, padre e hijo llegaron al lugar tipo 9 a.m.

En ese momento inicia la tarea, con ayuda del megáfono y la ya conocida grabación con voz femenina que invita a sacar todas las cosas que le estorben en la casa.

Dieciocho minutos más tarde, un señor abre la puerta, asoma la cabeza y lanza un silbido. Ya cayó el primero.

El vecino saca un microondas que hace tiempo no funciona y que ahora solo sirve de criadero de cucarachas. “¿Hay que pagarle algo?”, dice. “No señor, nada”, le responde el chatarrero.

Luego, los lugareños sacaron una lavadora de dos tanques que llevaba años estorbando y una mufla que mantuvieron en la cochera como “posible repuesto” que nunca se usó.

En ese momento, don Alonso nos comentó que se han topado varias personas con “harinilla”, a los que se les daña una refri o la cocina y no la arreglan, prefieren comprarse una nueva, la dañada se la dan a ellos. Les ha pasado que con un repuesto muy barato ya tienen una cocina en perfecto estado para negociar y sacarle platilla.

Lo que sí y lo que no

Más adelante, una señora pega un grito: “¡Tengo un sillón! ¿Eso se lo lleva?”, a lo que el chatarrero responde que no, porque la madera no la reciben.

Una hora después, don Alonso se topa con un lote baldío donde había un botadero clandestino, de ahí se llevó bastantes cosas, como teles viejos de cajón, pedazos de otros electrodomésticos y latas de cerveza. En ese momento nos recuerda la noble labor que realizan los chatarreros aportando su granito de arena por limpiar el planeta.

“Claro que nosotros colaboramos en la limpieza del país y eso nos enorgullece, que con nuestro sudor ayudamos a todos a vivir mejor”, aseguró este alajueliteño.

Pero “el negocio del día” fue cuando del patio de una casa sacaron varias latas viejas de zinc.

En total, ese día cargaron en el cajón del camioncito 350 kilos de desechos. La cosa estuvo “regular” en ganancias, según don Alonso. Los días buenos recogen unos 60 mil colones, y los malos, 25 mil. A eso se le debe restar el diésel, la jamita del día, el ayudante y el desgaste del carro.

El almuerzo casi siempre es un arroz cantones si el día está bueno o pan y mortadela de una pulpe si la cosa salió furris.

A las 3 p.m. padre e hijo estaban de vuelta en Alajuelita, donde entregan todo lo recolectado a una recicladora autorizada para que sea procesado.

Ahí les pagan 80 colones por cada kilo de chatarra. Lo que deja más platica son las baterías para carro (230 colones por kilo) y el aluminio (300 colones por kilo).

Cambio de mentalidad

Por muchos años los chatarreros fueron tachados como los culpables del robo de cable, señales de tránsito, partes de puentes y demás bienes del Estado, los cuales eran fundidos. Ahora aseguran que esa “etapa oscura” ya pasó y son conscientes de la problemática y las consecuencias legales que esto conlleva.

La bronca es que aún siguen arrastrando este estigma.

"Hace poco me paró un oficial de tránsito y me dijo: ‘Hágame el favor y se orilla, ustedes son unos ladrones, son los que andan robándose las tapas de las alcantarillas’. Tuve que decirle que me hiciera el favor y no me ofendiera porque no me conocía, ¿cómo me va a tratar de ladrón si la ando pulseando?”, reclamó el chatarrero, quien reconoció que ahora los que hacen ese tipo de recolección ilegal son los indigentes.

Y es que el trabajo que hace don Luis le da la vuelta al mundo, sí, así como lo lee. La lata que recogió en El Coyol será procesada y abordará un barco para partir rumbo a Asia. Allá se procesará nuevamente y regresará a América para que la volvamos a usar. Este es el ciclo de la chatarra, un negocio que mueve millones. Se lo detallamos en la infografía que acompaña esta nota.

También le damos un tip: Don Luis lleva todo lo que recogió a un chatarrera, donde usted puede conseguir varillas o platinas a mejor precio que en las ferreterías.

En beneficio de la transparencia y para evitar distorsiones del debate público por medios informáticos o aprovechando el anonimato, la sección de comentarios está reservada para nuestros suscriptores para comentar sobre el contenido de los artículos, no sobre los autores. El nombre completo y número de cédula del suscriptor aparecerá automáticamente con el comentario.