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Video: Doctora hizo un cambio extremo en su vida por petición de su hijo

Paola Zúñiga se hizo un bypass y con mucho esfuerzo ha bajado 48 kilos

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A la doctora Paola Zúñiga Quesada le cambió la vida el día que su hijo mayor, Matías, le pidió que por favor estuviera con él toda la vida, ya que era consciente de que con el ritmo de vida que llevaba, era muy probable que no sucediera.

Durante toda su vida Paola luchó contra la obesidad, intentó hacer dietas de todo tipo, se inscribió varias veces en el gimnasio, pagó nutricionistas, tomó pastillas para bajar de peso y batidos, incluso llegó a ponerse una malla en la lengua (cuando era permitido), pero si bajaba 20 kilos, luego subía 30.

Las constantes decepciones llevaron a la doctora a sufrir depresión, tanto así que en el 2015 renunció a su trabajo como médica en un ebáis de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), porque ya no tenía la movilidad necesaria para desempeñar su labor.

“Recuerdo que estuve tres meses en cama por la depresión, pero no tenía ninguna dolencia, todo era mental, estuve tomando muchos medicamentos, ocho pastillas al día y eso me llevó a subir más de peso, entonces fue peor, era un círculo vicioso, llegué al punto de tener un intento de suicidio.

“A inicios de 2020 llegué a pesar 110 kilos y yo mido 1.52, por lo que eso significaba que estaba en obesidad mórbida, mi índice de grasa era del 55%. Tenía un altísimo riesgo de sufrir un accidente cardiovascular, era prediabética, desarrollé resistencia a la insulina, mi metabolismo era muy lento y aunque tenía 36 años, mi edad metabólica era de 75.

Para ese momento Paola había dejado de luchar para bajar de peso, estaba resignada, pero una tarea que le dejaron a Matías lo cambió todo y le renovó las fuerzas y con estas la esperanza.

“Ni recuerdo bien de qué materia era la tarea, pero teníamos que caminar dos kilómetros, como yo estaba con sobrepeso, me descompuse y mi hijo se asustó muchísimo, me dijo que nunca más me iba a pedir nada, solo quería que yo estuviera con él para siempre.

“Me sentí tan mal de ver que mi hijo con solo nueve años estaba cargando con el peso de algo que era solo mi responsabilidad, que le hice una promesa, le dije que iba a cambiar y que para cuando él se graduara de la escuela yo sería una persona diferente.

Importante decisión

Luego de semejante compromiso, Paola empezó a analizar seriamente la idea de hacerse un bypass gástrico, no tenía el dinero necesario, pero empezó a ahorrar.

“El médico que me operó me hizo análisis antes de la cirugía y me dijo que yo había llevado mi cuerpo a un nivel en el que la única manera en la que podía mejorar mi vida era con esta operación, ya era la última opción, no el camino fácil, como muchos creen”, contó.

La cirugía se llevó a cabo el 29 de julio de 2020 y no fue nada dolorosa, pero ahí fue cuando comenzó la verdadera batalla.

“Dos días antes de la operación me comí dos hamburguesas, dos gaseosas y dos papas fritas y de un momento a otro tenía que cambiar todo para que diera buenos resultados, creo que ni yo siendo doctora tenía claro lo difícil que sería el proceso que estaba por empezar, así que no culpo a quienes creen que bajar de peso después de un bypass es algo sencillo”, relató.

Durante dos semanas Paola se alimentó con solo líquidos, luego debió empezar a conocer y experimentar su condición, ya que, como su estómago quedó más pequeño, tenía que comer porciones pequeñas, de lo contrario su cuerpo lo rechazaba.

Al cuarto mes a Paola se le empezó a caer un montón el pelo, eso la preocupó mucho. Además, un año después de la operación se le hicieron piedras en la vesícula y la operaron.

“No me quejo de la cirugía, es lo mejor que me ha pasado en la vida, porque me permitió recuperar mi vida, pero soy consciente de que este proceso me convirtió en una paciente para toda la vida.

“Por día me debo tomar cinco pastillas, también debo tomar vitaminas y hacerme exámenes periódicos para ver cómo está mi organismo, porque una vez me dio anemia y tuvieron que hacerme transfusiones de sangre”, manifestó.

Separó la comida de las emociones

Parte importante del proceso fue empezar una terapia para controlar la adicción que la doctora tenía con la comida.

Con ayuda de un especialista, ella aprendió a separar la mente del estómago, así que ahora ve los alimentos solo como eso, alimentos, ya no mezcla el comer con las emociones, como le pasaba antes.

“Ya no puedo comer cosas dulces, ni comida alta en grasas, porque mi cuerpo no lo tolera y me da diarrea, si acaso quiero probar un pedazo de pizza o un pedacito de queque, tengo que comérmelo en mi casa porque no sé si me voy a descomponer. Tampoco puedo tomar licor, porque con solo dos tragos es como si ya me hubiera tomado una botella”.

Además, ella debe servirse un plato con la mitad de lo que come una persona promedio y siempre debe buscar el equilibrio y lo saludable.

Paola también incorporó el ejercicio a su vida, tiene una rutina que realiza cuatro días a la semana.

@paozdoc

Te explico un poco como cuento mis calorias, no lo hago siempre pero en este momento deseo bajar 8 kilos. #deficitcalorico #perdidapeso #calorias

♬ sonido original - Dra. Pao Zuñiga

Desde que se hizo la cirugía, la doctora ha bajado 48 kilos, pasó de talla 20 a 6 y eso la hace muy feliz, pero no todo es color de rosa, porque sufre de dismorfia corporal, esto hace que las personas no se vean como realmente son y en el caso de la doctora, en ocasiones se siente aún obesa, a pesar de que ya no lo es.

“A veces me pongo a llorar y le digo a mi esposo que de nada sirvió todo el esfuerzo, porque aún estoy con sobrepeso y él me tiene paciencia y me dice que eso no es así, me dice que me toque los huesos, que ahora soy delgada-Es un proceso mental complicado, porque el cerebro no se acostumbra al cambio”, narró.

48 kilos ha perdido Paola

Ticos son gordofóbicos

Luego de semejante cambio, Paola confirmó que la sociedad costarricense es gordofóbica, porque ha notado que ahora la tratan diferente a cuando tenía sobrepeso.

“Es una realidad muy dura, pero cuando yo era obesa, me subía a un Uber, por ejemplo, y era como invisible, ahora como mi aspecto físico ha cambiado, es distinto, más personas me hablan, son más amables, incluso hasta me fue más fácil conseguir trabajo”.

Actualmente, la médica, quien es docente de Medicina y Farmacia en la Universidad Internacional de las Américas (UIA), lucha por mantenerse firme en el proceso, pero el mejor de los premios ya lo recibió.

“El sábado 19 de noviembre fue el baile de graduación de mi hijo mayor y logré cumplir la promesa que le hice de convertirme en una persona diferente. Me compré un vestido por Internet y cuando me lo puse, se me salieron las lágrimas, porque nunca creí verme así.

“Ese día fue hermoso, mis dos hijos, mi esposo y yo celebramos dos cosas, la graduación de Matías y también el cumplimiento de mi promesa”, dijo emocionada.

Rocío Sandí

Rocío Sandí

Licenciada en Comunicación de Mercadeo de la Universidad Americana; Periodista de la Universidad Internacional de las Américas, con experiencia en Sucesos, Judiciales y Nacionales. Antes trabajó en La Nación y ADN Radio.

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