Sucesos

Sobreviviente de accidente en Cambronero: “Dios, toma mi vida o dame vida, pero ayúdame”

Marta Coto tuvo en sus brazos dos niños a los que logró ayudar

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Marta Coto, sobreviviente

Doña Marta Coto Camacho es una de las sobrevivientes del accidente en Cambronero, ocurrido hace un año.

Ella nos contó que el día del accidente iba a celebrar su cumpleaños, por lo que decidió irse para donde su mamá.

Coto es vecina de San Ramón de Alajuela, por lo que se subió al bus en la pista.

Según recuerda ese día estaba lloviznado y solo había una carril habilitado.

“Empezó a llover copiosamente, hacía frío y el clima estaba feo, nosotros veníamos hablando (los pasajeros), unos decían que qué rico un café o un chocolate con pollito, en eso se escuchó un golpe fuerte y como un chillido y nos fuimos al vacío, el bus iba en el aire para abajo”, relató.

Añadió: “En ese momento a mí se me estaba cumpliendo una pesadilla, ir en bus y que cayera a un guindo”.

En la caída ella escuchaba el golpe contra las ramas, las ventanas quebrarse, los gritos de desesperación.

“La gente se salió de los asientos y mis zapatos salieron volando, casi casi me salgo por una ventanita que tenía el bus en el techo, algunas personas estaban en posición fetal y yo lo único que pensaba era de dónde me agarro.

“Me logré agarrar de una manilla, pero todos pasaban por ahí y me golpeaban, hasta el chófer”.

Marta no sabía si iba a lograr salir de esa prueba.

“Yo solo acaté a decirle a Dios: ‘toma mi vida o dame vida, pero ayúdame’, y en ese momento quedé al final del bus en una esquinita”, asegura.

Doña Marta logró acomodarse, en ese momento vio a un chiquito que se estaba ahogado.

“Había un señor con un brazo dislocado y el otro agarrado para no caerse, le dije: ‘páseme el chiquito, pásemelo, haga el esfuerzo’, yo lo agarré y le dije, ‘tranquilo’, él me decía, ‘¿dónde está mi mamá?’, yo le dije que tuvimos un accidente, que yo lo iba a cuidar, él lloraba mucho, había un señor luchando con una chiquita y yo oraba, ‘Dios mío, que no esté muerta, por favor’”, recordó.

Ella le pidió al señor que le diera también a la niña, y ella se la metió en medio de las piernas.

“La chiquita, que se llama Raquel, decía, ‘me duele, me duele’, cuando la senté dejó de llorar y me di cuenta que tenía algo en las piernas. Ella se había desmayado, porque tuvo un ataque de asma”.

Ella narró que el papá de Raquel logró salirse por una ventana con su esposa y otra hija, y regresó para llevarse a su hija, pero ella le dijo que no, que primero se llevara al chiquito, porque ella sabía que él iba a volver por la niña y así ella se aseguró de que sacara de ese bus a los dos menores.

“Cuando ya ellos salieron yo vi y en el bus solo había tres personas, traté de salir por la ventana, pero no pude, por el maletero y tampoco, en eso dije, ‘Señor, dame sabiduría, dame inteligencia, porque si se viene otro terraplén, vamos a quedar sepultados’”, contó.

Añadió: “había una señora dentro del bus que estaba prensada y ella me dijo, ‘ayúdeme’, pero no había cómo sacarla, yo le dije que no podía, pero que iba a buscar ayuda, si yo me tiraba por la puerta trasera había una poza, eran unos tres metros de altura y si me tiraba me mataba, había una rama que era lo que sostenía el bus, entonces yo dije, ‘me voy a bajar y agarrar de esa rama’, me paré en una piedra y tiré, caí como en una llanta de piedras.

“Un señor me gritó: ‘señora, agárrese de la rama’ y yo creo que esa rama de la que me agarré era la mano de Dios”.

Ahí ya afuera del bus ella se encontró con un señor al que trató de ayudar, pero él le dijo que no se podía mover, que siguiera.

Ella se topó con otros pasajeros y les dijo que subiera para tratar de salir del guindo, porque quién sabe cuántas horas iban a pasar para que la ayuda llegara.

Doña Marta empezó a caminar para subir y sus pies se hundían, ella solo pensaba en sobrevivir.

“Pasamos por medio de árboles, bejucos, escuchamos un pito, y empezaron todos a gritar, y en eso yo les dije: ‘no griten todos, solo uno para que, si no nos encuentran, otro luego pueda gritar, sigamos subiendo’, y fue cuando nos topamos con los rescatistas y yo les pude decir dónde había personas y cómo estaban dentro del bus”.

La sobreviviente, cuando llegó a la parte alta de la carretera, lloró y lloró desconsolada, pero al ver al niño al que ayudó en la ambulancia, se sintió tranquila. De inmediato la llevaron al hospital.

“Dios tuvo piedad, se nos fueron nueve personas, pero todos los que íbamos en ese bus somos conscientes de que pudimos haber sido todos”.

Coto asegura que el dolor de cabeza que tenía era desesperante, tenía una mano cortada en dos partes y la lengua se le quiso despegar y por eso tuvo sangrado. Le hicieron exámenes en el hospital y se dieron cuenta de que tenía una fractura en el hombro.

Ella nos contó que una de sus hijas la tuvo que bañar varios días, porque tenía vidrios en la cabeza.

“Hasta el 9 de enero me operaron y el dolor es un martirio, yo paso mal 24 horas, los siete días, me da un dolor en lo que uno llama la paleta, pero ya se acabó la póliza”, lamenta.

La señora cuenta que cuando sus hijos se dieron cuenta del percance y no sabían nada de ella, fueron minutos muy duros, porque uno de sus hijos murió en un accidente hace años.

Coto es costurera, antes del accidente hacía hasta 25 camisas en un día, ahora hace cinco por los dolores, por lo que le toca estar comprando medicinas.

“Ahora no puedo trabajar, pinto en tela, pero no es siempre, hago juegos para el baño, y ropita para los electrodomésticos, es una entrada pequeña, nada estable, recibo una pensión pequeña que me quedó de mi hijo”.

Ella asegura que a veces sufre depresión y le da mucho miedo cuando pasa por el sitio del accidente.

Doña Marta espera que se haga justicia pronto por todas las víctimas del accidente.

La tragedia dejó nueve fallecidos y 25 heridos.

Las víctimas mortales fueron Juni Cristina Mayorga Díaz, de 54 años; Jenny Gómez Jiménez, de 51; Zeneida Farista Castro, de 61; Andrey Calderón Olmazo, de 22; Kevin Andrés Bolaños Sancho, de 21; Vernis Enrique Fallas Salas, de 66; Bernon Nain Brown Naranjo, de 50; José Alberto Guido Hernández, de 44 y Víctor Julio Zúñiga Espinoza, de 64 años.

Silvia Coto

Silvia Coto

Periodista de sucesos y judiciales. Bachiller en Ciencias de la Comunicación Colectiva con énfasis en Periodismo. Labora en Grupo Nación desde el 2010.

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