Una curita tirada sobre una acera, que muchos podrían ver como un simple trozo de basura, terminó siendo una pieza fundamental para que un delincuente fuera puesto detrás de las rejas.
Sin embargo, esa curita por sí sola no hubiera hecho nada, fue gracias a la malicia y atención al detalle de una señora que esta llegó hasta las manos de los agentes del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), quienes estaban llevando el caso.
La protagonista de este curioso caso es una señora a la que llamaremos “doña María”, pues prefiere mantenerse en el anonimato. Ella, quien es una fiel lectora de La Teja, nos contó cómo esa pequeña curita fue clave para dar con el hombre que le causó un gran daño material a su familia.
“Para mí fue bonito poder ayudar en el caso, pero sobre todo, porque al final esa persona recibió su castigo, porque incluso en el proceso la defensora de él quiso evitar que fuera a la cárcel, ya que el tipo este quería que le dieran libertad condicional”, contó la señora.
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Desorden sospechoso
Doña María contó que los hechos ocurrieron hace, aproximadamente, ocho años, cuando ella vivía junto con su familia en una casa ubicada en la zona sur de nuestro país.
Aunque no recuerda el día exacto en el que sucedió todo, sí tiene claro es que esa tarde toda su familia salió de la casa para ir a una actividad.
El primero en regresar a la vivienda fue su hijo, quien al abrir la puerta principal se topó con un escenario que lo dejó consternado y lleno de dudas.
“Nosotros habíamos salido y a la casa, primero llegó mi hijo y encontró todo revolcado, camas, roperos, todo tirado en el suelo; era un completo desorden. Al principio, él pensó que fueron sus hermanas las que habían dejado todo tirado”.
Sin embargo, el joven cayó en cuenta de que estaba ante la escena de un robo cuando llegó al cuarto de pilas de la casa.
“Entonces, él se fue a la parte de atrás de la casa, al cuarto de pilas, y ahí fue cuando vio que el portón estaba forzado, como que lo habían doblado por debajo, y ya vio que detrás de la puerta habían dejado unas cosas que no eran de nosotros”, dijo doña María.
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Tiempo para comer
Tras recibir la llamada de su hijo, doña María y el resto de su familia llegaron hasta la casa y comprobaron que, en efecto, habían sido víctimas de un robo.
“Encontrar ese escenario ahí fue muy duro, un trauma para uno, porque hicieron demasiado desorden”.
La señora recordó que la persona que cometió el robo registró todos los rincones de su casa y lo peor de todo es que logró llevarse objetos de mucho valor, tanto sentimental como económico, como por ejemplo, sus joyas, además de prendas de vestir y zapatos.
“Se quitó la camisa que andaba y se puso una de mi hijo, dejó como un puñal grande ahí tirado (en el cuarto de pilas). También dejó los zapatos que andaba y se llevó unos tenis que mi hijo se acababa de comprar”.
Para la señora lo más indignante es que el sujeto tuvo todo el tiempo del mundo para andar como Pedro por su casa, pues descubrieron que el vivazo sacó comida de la refri y hasta se sentó a comérsela con toda la tranquilidad. Al final, el maleante se fue con un gran botín y con el estómago lleno.
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Vecino colaboró
Doña María acudió de inmediato al OIJ a interponer la respectiva denuncia, mientras que una de sus hijas fue a hablar con los vecinos más cercanos, para ver si alguno sabía algo, pues el robo se dio a plena luz del día.
“Como el sujeto era conocido en la zona, uno de los vecinos nos dijo que había visto a un hombre muy sospechoso, que llevaba como una especie de saco del que se le salía una herramienta, que coincidía con una herramienta nueva que yo tenía en el cuarto de pilas”.
Otro detalle muy curioso revelado por ese vecino fue que ese sujeto sospechoso andaba puestos unos tenis que se veían como nuevas, pero que le quedaban muy grandes. De inmediato, la señora cayó en cuenta que esos eran los zapatos de su hijo.
Gracias a lo dicho por el vecino, doña María y su familia ya tenían en la mira a un sospechoso, quien era conocido en los alrededores por sus fechorías; sin embargo, aún hacían faltas pruebas que lo vincularan directamente con el robo.
Cuando la hija de doña María regresó a la casa, los agentes del OIJ ya habían llegado, por lo que les habló sobre el sospechoso.
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Curita llamó su atención
De acuerdo con doña María, los investigadores se centraron en buscar pistas en la casa; especialmente, huellas dactilares, pero, según ella, no pudieron encontrarlas con facilidad debido a la suciedad y el polvo que había en el cuarto de pilas, lugar por el que entró el hombre.
Con la intención de ser de ayuda para los investigadores, doña María empezó a inspeccionar el lugar y cuando salió a la acera encontró algo que llamó poderosamente su atención.
“Yo salí a la acera y vi la curita tirada, entonces les dije a ellos (los investigadores) que se la llevaran, porque esa curita no era mía y solo yo vivía ahí. Entonces, yo estaba segura de que no era de mi familia.
“No sé si es que los investigadores del OIJ no habían visto la curita, porque era muy pequeñita, y ellos en ese momento estaban concentrados en tratar de tomar huellas dactilares”, recordó la señora.
La malicia de doña María la hizo pensar que esa curita, posiblemente, había sido dejada por el maleante y que, tal vez, en esta habría sangre o vellos que podrían ser de utilidad para el OIJ.
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“Seguro al estar forzando ahí para poder entrar fue que se le cayó la curita y quedó tirada sobre la acera”.
— Doña María
Los investigadores recolectaron la curita como parte de la evidencia, sin saber que esta terminaría siendo una pieza fundamental contra el ladrón.
ADN lo señaló
Los días fueron pasando y doña María seguía sin recibir noticias de su casa, hasta que un día se dio cuenta de que las autoridades habían detenido al sospechoso, pero no por el robo en su vivienda.
“Entiendo que él era reincidente en esas cosas; incluso, recuerdo que pocos días después de que nos pasó eso, a él lo detuvieron por otro delito”, agregó.
Una vez en manos de las autoridades, el OIJ empezó a investigar la relación de ese sujeto con el robo a la casa de doña María y tras hacer varias diligencias, lograron comprobar que su ADN coincidía con el de la curita encontrada por la señora.
Para doña María, ese resultado no fue una sorpresa, pues cuenta que ese hombre ya era conocido en las zonas cercanas por andar en malos pasos.
“Él era una persona conocida en la zona, que se sabía que andaba en esas cosas. Yo siento que él estaba como vigilando nuestra casa, esperando que no hubiera nadie para entrar tranquilamente, por eso fue que tuvo tiempo para hacer de todo”.
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Pese a que ya todas las piezas del rompecabezas estaban en su lugar, doña María y su familia tuvieron que esperar casi dos años para que, finalmente, se hiciera justicia.
La señora contó que el sujeto al final decidió someterse a un procedimiento especial abreviado, para así no tener que ir a juicio, por lo que fue condenado a 4 años y medio de cárcel.
En cuanto a todas sus joyas y las demás cosas que les robaron, doña María explicó que, lamentablemente, nunca pudieron recobrarlas, ya que posiblemente el ladrón las vendió antes de ser capturado por las autoridades.
Pese a que nunca recuperaron sus pertenencias y la sentencia contra el delincuente no fue tan fuerte como esperaba, la señora dijo sentirse satisfecha, no solo porque pudo ayudar en el caso, sino porque esa persona al menos recibió un castigo por el trago tan amargo que les hizo vivir.