Sucesos

Valentía pudo más que la fatalidad

Hombre perdió las manos y una pierna en un accidente

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Santos Urbina Camacho tiene un espíritu de acero y una voluntad inquebrantable.

Él tiene 50 años y hace tres décadas sufrió una terrible descarga eléctrica que lo hizo perder las manos y una pierna, pero eso, en lugar de doblegarlo, le permitió ver la vida de otra manera y aprender a luchar por mejorar cada día.

Urbina, como le dicen todos en Matinita de Matina, en Limón, se ha ganado el cariño y sobre todo el respeto de la gente, ya que ha aprendido a valerse por sí mismo.

“Hace siete años que vivo solo, mi esposa me dejó por irse con otro hombre, pero yo sigo adelante sin lamentarme. Tengo tres hijos, uno ya se me murió, tengo una muchacha mayor de edad que ya hizo su vida y también una chiquita de 12 años que vive con la mamá”, contó.

“Me tocó aprender a hacer las cosas con mis limitaciones, yo cocino, lavo mi ropa, la aplancho y mantengo limpia mi casa como cualquier otra persona.

“También agarro mi bicicleta y voy a hacer mis mandados y los de mi vecinos. Yo no me avergüenzo de mi condición, si Dios me puso esta prueba yo la acepto y soy feliz así”, agregó.

Para moverse mejor, Santos utiliza una prótesis que le permite hacer de todo con más habilidad que muchos que tienen las dos piernas.

Urbina no olvida como fue que sufrió la descarga que por poco lo mata. Todo fue por un televisor.

“En ese tiempo yo vivía aquí en Matina, cerca de la línea del tren. Un día el televisor tuvo problemas y yo me puse a arreglarlo para que se viera mejor.

“Yo le iba a poner un tubo a la antena para que la sostuviera, pero primero tenía que doblar el tubo por lo que salí a la línea del tren a hacerlo. El tren era eléctrico y tuve tan mala suerte que el tubo hizo contacto con la electricidad y me electrocutó”, recordó.

Santos fue llevado al hospital y los médicos no tuvieron más opción que cortarle las manos y parte de la pierna derecha.

Este valiente dice que desde que salió del hospital decidió ponerle la mejor cara al asunto porque quería salir adelante.

“La vida hay que vivirla a como Dios lo tenga a uno. Yo no me aferro a las cosas negativas, uno a veces no entiende porqué le pasan ciertas cosas, pero Dios tiene una razón y un motivo para todo”, aseguró.

Urbina dice que una de las cosas a las que se ha tenido que acostumbrar es a las miradas curiosas de la gente, ya que aún muchas personas lo ven como si fuera de otro planeta.

“A veces la gente que no me conoce se me quedan viendo. Pero eso a mí no me molesta, me daría vergüenza si esto me hubiera pasado por andar robando o algo así. Yo a la vida siempre le pongo fuerzas para seguir adelante y seguir luchando”, argumentó.

El luchador le hace frente a las necesidades con una pensión mensual de apenas ¢78 mil con la que hace milagros, ya que en su condición difícilmente alguien le daría trabajo.

“Antes la gente me buscaba para que madrugara y les sacara citas en el Ebáis y me pagaban, eso me pegaba unas salvadas tremendas, pero ahora las citas las sacan por teléfono, entonces, ya no tengo ese ingreso. De vez en cuando voy a ayudarle a una señora que tiene una soda en una finca bananera, ella me paga algo por recoger la basura y hojas.

“Si es complicado y trato de estirar la plata todo lo que puedo, pero no me quejo porque tengo salud”, dijo Santos.

Urbina es muy querido en el pueblo por su gran carisma y porque siempre tiene una palabra de apoyo y de consuelo a quienes están pasando por una situación como la que él vivió hace 30 años.

“Uno a veces no entiende los planes de Dios, pero todos somos de él y hay que aceptar su voluntad, Él da las fuerzas para superar cualquier cosa, por más mala que sea”, aseguró.

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