Henry Bejarano, exárbitro y analista arbitral de La Teja, dejó a un lado el fútbol por un momento para hablarnos de una faceta poco conocida de su vida.
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En una entrevista con este medio, confesó que su vida cambió un poco tras la decisión de retirarse del arbitraje, luego de 26 años como árbitro nacional y 15 a nivel internacional.
“Ya no era ese trajín de entrenar todos los días, de levantarme en las madrugadas, de ir a trabajar y luego en las tardes volver a entrenar, capacitaciones, trabajos de campo.
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“También en lo económico, porque ya no tenía ingreso de los partidos, pero Dios le da a uno muchas cosas y ahora trabajo en un canal, también para La Teja, como analista arbitral y en otras cosas. Gracias a Dios me ha ido muy bien”, relató.
El exréferi aseguró que el arbitraje es algo que nunca se apartará de su vida y sigue siendo algo que lo apasiona, pues lo considera un talento que Dios le dio y que le permitió alcanzar metas muy importantes como construir su casa, comprarse un carro, viajar y conocer lugares que no habría imaginado visitar por sus propios medios.
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Ahora que cuenta con un poco más de tiempo disponible, Bejarano se ha dedicado a explorar destinos en Costa Rica para desconectarse de la rutina.
“Tengo dos lugares favoritos: uno La Fortuna de San Carlos, que es demasiado lindo ir allá a quedarse y a despejarse.
“Y las playas de Guanacaste, cualquier playa, es que son preciosas, ir a relajarse. Me gusta más la playa que la montaña y serían esos dos destinos”, contó.
El exárbitro aprovecha para disfrutar de los viajes familiares y, aunque las playas de Guanacaste son las que más visitan, también ha buscado experiencias diferentes.
Una de las más significativas fue el reto personal que cumplió en julio del año pasado, cuando logró conquistar la cima del cerro Chirripó.
“Siempre dije: ‘quiero subir el Chirripó, quiero estar igual que todos esos que lo suben’. La verdad es que fue una experiencia linda, hermosa”, recordó con emoción.
Bejarano aseguró que esta aventura lo marcó profundamente y no duda en recomendarla tanto a costarricenses como a turistas extranjeros.
“Que suban a lo más alto de Costa Rica, los 3.820 metros. Vaya, camine, disfrute la flora, la fauna. Estar en lo más alto de Costa Rica y ver todo, el océano Atlántico y Pacífico a lo lejos, es increíble.
“Mi aventura en el cerro Chirripó es lo que más me ha marcado en Costa Rica, esa experiencia, esa aventura no la cambio por nada, sinceramente muy feliz”, concluyó.