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En un sueño Léster Morgan le reveló a su amigo la ubicación de su contrato original con el Herediano

Tras muerte del arquero, su última pareja necesitaba el contrato para poder cobrar la pensión real a la Caja

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Cuando la muerte es tan repentina como la que le tocó al portero Léster Morgan, no hay chance de despedidas y menos de dejar las cosas en orden.

Por eso, cuando el jugador del Herediano fallece el 31 de octubre del 2002, según consta en el Tribunal Supremo de Elecciones, a su pareja en ese momento, una joven llamada Hellen y madre de una recién nacida, le tocó correr para cobrar la pensión que le correspondía con la Caja del Seguro Social por ser viuda.

Sin embargo, para eso necesitaba encontrar el contrato original, no el que presentaba el Team ante la Caja con un monto menor de lo ganaba el guanacasteco, y poder cobrar la pensión basada en el salario real que ganaba el porterazo, quien era de los mejores pagados del Herediano.

Nadie sabía dónde estaba el famoso documento, ni su mejor amigo, Roy Carballo; no obstante, por medio de un sueño, Morgan reveló el sitio donde lo había dejado antes de morir.

"Otro día me volví a soñar con él y me decía que lo perdonara. Me decía: ‘y quise hablar con usted porque Hellen anda buscando el contrato original de Heredia que es para poner la pensión en la Caja.

“Me dice que está en tal lado. Me despierto en la mañana, me fui a buscarlo donde él me dijo y ahí estaba", contó Carballo a La Teja.

Roy agregó que el contrato estaba en su casa, metido en una enciclopedia de inglés que le había regalado el mismo Morgan.

De hecho, antes del sueño, Hellen ya le había preguntado a Roy si sabía algo del contrato porque lo necesitaba y por dicha le pudo ayudar con ese dato.

Morgan era padre de cuatro hijos reconocidos y de tres más a los que no veía ni les daba dinero, uno de ellos, incluso, lo tuvo con una mujer en México.

Le costó perdonarlo

La muerte tan repentina de Morgan fue algo que a Roy le costó aceptar y perdonar, de hecho, consiguió hacerlo por medio de otro sueño que tuvo con su amigo.

“En el primer sueño él me decía: ‘Roycito, ¿me va a perdonar?’ y yo le decía que no, que no debía haberme dejado solo", señaló el florense.

Después de eso, a los días tuvo el segundo sueño donde el portero le indica donde estaba el contrato que necesitaba su pareja para cobrar la pensión y fue ahí cuando decidió perdonar a quien había sido su amigo por más de cinco años.

“Ese día dije: ‘está bien, ya (lo perdono)’”, contó Carballo, mientras agregó que esos sueños fueron mes o mes y medio después de la muerte del rojiamarillo.

Morgan fue enterrado en Guanacaste, adonde Carballo acudió en un par de ocasiones; sin embargo, no ha regresado porque no sabe cómo va a reaccionar al estar frente la tumba de su gran amigo.

La amistad entre ambos era enorme y a la fecha, Carballo no olvida los fines de año con Morgan, ya que en su casa los papás siempre se acostaban temprano, mientras que con el jugador había conteo para recibir el Año Nuevo y abrazos.

Léster iba a ser el padrino de bautizo de Diego, hijo de Roy, pero la muerte lo impidió y al final esa tarea la cumplió Rodrigo Cordero.

Le dejó casi todo

El día antes de morir, Morgan llegó a la casa de Roy y le entregó a la mamá dos bultos llenos de ropa de sus años como jugador infantil, juvenil y profesional.

“Me dejó los últimos tacos que él usó en el Mundial de Corea- Japón 2002, los guantes y el buzo que usó el último día que jugó, cuando se lesionó en Cartago (en agosto del 2002) . Ese día Herediano ganó 3- 2 con 9 jugadores y terminó atajando Rodrigo Cordero.

“También me dejó una camisa de presentación y los jugadores me la firmaron”, contó Roy, mientras mostraba otras prendas del guanacasteco.

De vez en cuando, en las mejengas, Carballo utiliza alguno de los recuerdos de Morgan, quien lo entrenaba y logró que pasara de jugar como defensa al puesto de arquero.

También indicó que para Morgan lo peor que le podía pasar era perder ante Saprissa, si eso ocurría no salía de fiesta y se quedaba metido en la casa varios días hasta que volvían a entrenar.

Pese al duro trago que le tocó vivir por la muerte tan sorpresiva de su gran compinche, Carballo no le tiene miedo a la muerte, sabe que en algún momento llegará y si le toca pronto, tendrá chance de encontrarse con su compita del alma.

Karol Espinoza

Bachiller en periodismo y licenciada en Comunicación de Mercadeo. Periodista de Deportes con más de 14 años de experiencia. Integra La Teja desde setiembre del 2006.

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