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Foto de italiano motivó a joven madre a cumplir su sueño de ser enfermera

Mujer confiesa que debió encaminar su vida para no terminar muerta o en una cárcel

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Mélida Dixon fue fotografiada junto a su hija, Nathalie Smith en 1986 por Ludwig Thalheimer, un italiano de origen alemán que llegó a Tiquicia en julio de ese año, tras de ser expulsado por las autoridades cubanas por intentar realizar un reportarje sobre la isla.

Como lo fumigaron de Cuba, él se vio obligado a tomar el primer vuelo disponible, el cual tenía como destino Panamá, país de donde Thalheimer se desplazó por tierra a Tiquicia hasta llegar a Chepe.

En la capital su corazón se conmovió al ver a tantos niños trabajando en la calle, por lo que tomó su cámara y varios rollos para dedicarse a sacar fotografías. El fotógrafo inmortalizó a algunos pequeños mientras limpiaban zapatos, lavaban carros o simplemente pasaban el rato junto sus padres como sucedió con Nathalie y Mélida, quienes estaban al costado oeste del parque Central de Chepe.

Nathalie tenía 4 años y estaba junto a su mamá, Mélida, quien en ese momento tenía 22 años y tiene una linda historia de superación que merece ser contada.

La vida de Mélida no ha sido fácil y prueba de ello es la forma en la que llegó a Costa Rica. Ella nació en Nicaragua, pero cuando tan solo tenía 9 años llegó a Tiquicia junto a una hermanita de 4 años.

“Mi mamá nos mandó en un tráiler desde Managua junto a un desconocido. El señor nos dejó en Caldera (Puntarenas) y de ahí un familiar nos llevó hasta Cinco Esquinas de Tibás donde viví, poco después llegó mi mamá”, detalló.

Su infancia la combinó entre el estudio y el trabajo, ya que después de la escuela tenía que ayudarle a su madre a vender tamales en el centro de San José.

“Cuando llegué al tercer año del colegio mi mamá me dijo: ‘Si quiere seguir estudiando, entonces va a tener que trabajar en el día y estudiar en la noche’ y lo tuve que hacer porque teníamos muchas necesidades”, explicó.

Así, Mélida terminó la secundaria y empezó a trabajar. A los 17 años conoció al padre de Nathalie, quien según ella, al principio era un amor, pero luego se transformó en un monstruo.

“Me separé de él porque me pegaba y yo no quería más esa vida porque sabía que iba a terminar muerta o en la cárcel. Una vez agarré un cuchillo y estaba dispuesta a matarlo, pero gracias a Dios no lo hice”, detalló.

Después de tanto sufrimiento, Mélida se independizó y conoció a otro hombre con el que tuvo a otro hijo, Marco Montero Dixon, hoy de 28 años.

“Actualmente estoy separada, pero él me ayudó mucho, compramos una casa, me dio estabilidad y pude estudiar Enfermería que era mi sueño”, explicó.

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Entérese como un amor inesperado llegó a la vida de Gabriela Mayorga, la menor de los niños que fotografió don Luis.

Rencuentro con don Luis

En el 2016, Ludwig, a quien muchos de las personas que fotografió le dicen Luis por no saber pronunciar su nombre, ubicó a 25 de aquellos pequeños y a sus familiares con la ayuda de la periodista Mercedes Agüero.

Él se dio cuenta que cada uno de ellos tenía muchas historias que contar, por ejemplo, cuatro terminaron en la cárcel y uno ya falleció. En el caso de Mélida, quien ahora tiene 54 años, logró superar las adversidades y se convirtió en toda una profesional.

Ella recuerda como si fuera ayer el día en el que don Luis se le acercó para tomarles la foto.

“En ese momento pensé que podía ser un loco, pero me dio una buena vibra, entonces le dije que sí nos podía tomar la foto”, detalló.

Cuenta que para esa época trabajaba en una maquila y venía de recoger a su hija de un kínder en Tibás.

“Don Luis me preguntó cuál era mi sueño y yo le respondí que siempre quise ser enfermera, pero que no tenía el dinero para hacerlo”, explicó.

Detalla que cuando lo volvió a ver, 30 años después, lo primero que él le preguntó fue si se convirtió en enfermera.

“Le dije que sí, que soy enfermera y que comencé a trabajar en 1992 para la Caja Costarricense de Seguro Social y que en 1994 me gradué. Ahora trabajo para el hospital México y me encargo de darle asistencia a los pacientes con cáncer digestivo y de colon”.

“Siempre creí en mí, mucha gente me pisoteó, pero yo sabía muy bien lo que quería, Dios me ayudó. así como mucha gente que me topé en el camino, uno de ellos fue don Luis porque me permitió seguir soñando por eso cuando lo vi lo abracé y le dije lo feliz que estaba por mis logros”, explicó.

Para don Luis todos aquellos niños son como sus hijos, pero en el caso de doña Mélida la ve como una persona digna de admirar por todas las rudas pruebas que superó desde pequeña.

Él escribió un libro con cada una de estas historias, en el que muestra las fotos que tomó en 1986 y las compara con las actuales. Si usted desea adquirirlo puede llamar al número 8394-3525.

Bryan Castillo

Periodista

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