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Joven aprendió lección a la brava y ahora impulsa a otros a seguir pa’lante

Por manejar tomado Gilberto Pochet perdió la pierna izquierda, pero lejos de echarse a morir creó un página web para contar su historia

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El 14 de septiembre del 2009 Gilberto Pochet, de 19 años, se despertó adolorido y un poco confundido, síntomas normales de una goma provocada por una buena fiesta.

Mientras trataba de enderezarse en la cama se dio cuenta de que no era la suya y que el ambiente era como de un hospital.

Lo último que recordaba era que estuvo en un bar tomando y vacilando con los compas, pero se preguntaba cómo llegó ahí.

Gilberto estaba solo en la sala, no sabía qué hora era ni el día, de lo único que estaba claro era de que no podía mover las piernas.

Empezó a revisarse y vio que los brazos se movían, la cara no tenía cicatrices graves, imaginó que las piernas estaban completas porque se veía una “montañita” por encima de las sábanas.

Agarró valor y empezó con la pierna derecha, la fue tocando hasta llegar al final, estaba completa, no le faltaba ni un dedo, luego siguió con la izquierda.

Ese lado del cuerpo fue el que lo hizo caer en cuenta de que su vida no sería la misma.

Este estudiante de Ingeniería Electromecánica y Administración de Empresas recordó las veces en que le llamaron la atención y le dijeron que no agarrara el volante luego de una fiesta, en especial si se había echado unos tragos.

Cuando se tocó el muñón envuelto en vendas fue un golpe de realidad.

“Uno nunca piensa que le va a pasar, ahí es cuando uno recuerda las advertencias que no se tomaron en cuenta, las preocupaciones que provocaban que manejara así. Nadie imagina que algo malo puede pasar, todos lo ven a uno salir del bar y piensan que uno está bien porque sale de pie”, comentó Gilberto.

Compró todos los tiquetes para una desgracia

La noche anterior, el domingo 13 de setiembre, tuvo una cita y en la noche agarró el carro familiar, un Nissan tipo vanette, para ir a dejar a la muchacha con la que salió.

“Era un legítimo matapasiones, pero era el carro que tenía en la casa para moverme, mi papá estaba fuera de San José y no se lo había llevado”, explicó el joven vecino de San Pablo de Heredia.

En ese carrito viejo dejó a la joven en la casa segura y tempranito, lo malo fue que lo aprovechó para jalar a un bar en Paseo de las Flores, eran como las 10 de la noche cuando llegó a la fiesta.

No era la primera vez que Gilberto se enfiestaba, tenía ocho meses de haber salido del cole. Encontró su primer trabajo en un “call center” y empezaba a disfrutar las mieles de la independencia.

“Ya podía salir sin tener que pedirle a mi papá diez o quince rojillos, empecé a tomar más seguido y confieso que andaba algo desorientado”, contó el joven.

Esa noche bebió hasta que no pudo más, cerca de las tres de la madrugada salió por sus medios y se subió al carro para irse a la casa, pero la vida estaba a punto de darle una dura lección.

Gilberto no agarró una curva y se estrelló contra un árbol se dio 300 metros al oeste del Mas x menos de San Pablo de Heredia, al frente de donde era el bar Tepe Tejas.

Hasta ahora se asume que se quedó dormido y no pudo agarrar la curva.

Su papá, don Gilberto, y sus hermanas, Karla y Sofía, se tuvieron que regresar de la playa muy angustiados al enterarse del accidente, nadie lo regañó porque el perder su pierna ya había sido suficiente tristeza.

En esa cama de hospital estuvo durante un mes y una semana, tiempo suficiente para repensar su vida.

Apenas dos años antes, en el 2007, cuando él estaba en décimo del cole, su mamá, doña Lilliam Fonseca, perdió la batalla contra el cáncer de hígado. Tanto Gilberto hijo como sus hermanas apoyaron al papá para superar juntos el dolor de la pérdida .

“Una muerte siempre va a doler, la adversidad no tiene delicadeza, siempre que nos ha pasado un golpe tendemos a unirnos más y buscamos el bienestar y la tranquilidad familiar”, agregó.

Gilberto no busca justificaciones, pero no tener a su mamá para que le ayudara a enrumbar el camino sin duda pesó a la hora de tomar malas decisiones.

Papá lo tiró al agua

Cuando salió del hospital su papá se propuso que la lección fuera completa, lo impulsó a mantenerse activo, lo hacía ir a rehabilitación y a la universidad por su cuenta.

“Papi me mandaba en bus con mis muletas, sin la prótesis, para fomentar mi independencia”, contó Gilberto.

Dice que pronto empezó a practicar de nuevo deportes, jugó básquet en silla de ruedas, practicó golf adaptado, jiu jitsu brasileño, artes marciales mixtas y hasta participó en una competencia de natación en el 2015, en Canadá.

Poco a poco fue retomando el camino, pero la vida le tendría otro golpe preparado. En agosto del 2012 su papá falleció de cáncer de colon, un dolor que ha logrado superar gracias al apoyo de sus hermanas mayores.

Siempre pa’lante

Siempre pa’lante

Sus experiencias al perder la pierna lo hicieron conocer las dificultades que tienen las personas con discapacidad. Ahí surgió la idea de crear el medio digital “Pa’lante CR”.

“Pa’lante nació para demostrar que la discapacidad no es una limitación sino un estilo de vida al que debemos adaptarnos, por eso, mostramos la fuerza que hay detrás de las personas que tienen una prótesis, andan en sillas de ruedas, o padecen cualquier otra discapacidad”, explicó Gilberto.

La iniciativa busca promover espacios para las personas con discapacidad que les permitan andar libremente, disfrutar como cualquier otro ciudadano de parques y deportes, y así impactar con historias de superación de quienes lograron sobrevivir a la adversidad.

“Queremos que la gente logre ser independientes, que con el apoyo de sus familias y amigos logren mostrarle al mundo que pueden echar pa’lante y tener el control de sus vidas”, aseguró Pochet sobre el proyecto que nació el 15 de agosto del 2017.

Bella Flor Calderón

Bella Flor Calderón

Comunicadora

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