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La Teja fue a El Salvador e hizo la pregunta que muchos se hacen: ¿cómo está la seguridad allá?

La Teja fue testigo de los cambios que ha experimentado un país acostumbrado a sufrir

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Sentarse en el parque Cuscatlán, una de las áreas verdes más grandes en El Salvador, un miércoles por la tarde a conversar, con el celular en la mano o andar en bicicleta hace dos o tres años era impensado, era tentar al peligro.

Nosotros lo hicimos el miércoles pasado, anduvimos grabando videos, haciendo fotos, hablando con la gente, sentándonos tranquilamente y hasta comprándonos un sorbete, una especie de helado de frutas en agua en una copita pequeña de cono, como parte de la visita que La Teja hizo al país vecino.

Sí, es cierto que hace un tiempo no hubiéramos podido vivir esa experiencia sin exponernos dado que las maras y las pandillas tenían prácticamente tomado todo el país haciendo robos, extorsiones, secuestros y asesinatos en un país que no podía vivir en paz.

Para tratar de sacar al país de una situación que tenía atemorizado y escondido al pueblo, Nayib Bukele, presidente de El Salvador desde junio del 2019, ha tomado una serie de medidas que han mejorado la seguridad significativamente, bajado las tasas de crímenes, pero, ¿cómo lo hizo y a qué costo?

Esa pregunta se le hicimos a muchos en ese país y prácticamente polariza la opinión, porque mientras que unos simplemente aplauden que ahora puedan salir y hacer lo que antes no lograban, a otros les preocupa lo que puede significar eso a largo plazo en el país.

Nuevo temor

¿Cuál es el temor que sienten algunos ahora? El asunto está así: el 27 de marzo del 2022 Bukele decretó lo que se conoce como un Régimen de Excepción, una figura que la constitución política de El Salvador permite aplicar en caso de guerra, invasión del territorio, rebelión, epidemia u otra calamidad general o graves perturbaciones del orden público.

Esta condición permite que se suspendan las libertades de movimiento, expresión, asociación, e inviolabilidad de las comunicaciones, entre otras cosas, decisión que tomó el presidente luego de que en un solo día se llegó a la cifra récord de 87 homicidios y la violencia estaba desbordada.

El Gobierno empezó a detener a miles de personas sin necesidad de darles razón alguna, el derecho a la defensa o a poder hablar si quiera de su caso, además se quitó el plazo de detención temporal.

Casi un año y medio después el régimen de excepción sigue, los pandilleros al menos en las ciudades ya no se ven por temor a ser detenidos y ser enviados a la mega cárcel que construyó el Gobierno.

Empatía

Es difícil no sentir empatía con algunas historias de personas que afirman que hoy viven mucho mejor que hace dos o tres años cuando no los dejaban ni trabajar en paz, como es el caso de don Jorge Martínez, el humilde pulseador al que le compramos los sorbetes.

Él ya es un adulto mayor que para ganarse la vida tiene que salir con su carrito a vender, sino no come. Con ese negocio afirma que le da para vivir, pero antes de lo que se ganaba necesitaba apartar $60 (casi ¢33 mil) para pagar “renta” por vender en la plena vía pública.

“Antes la delincuencia era bien tremenda, usted no podía trabajar, porque si usted comenzaba a trabajar así como estoy ahorita, te llegaba alguien que te decía que tenías que pagar tanto, casi que tu trabajo era por gusto, trabajabas para otros.

“Si uno se ganaba $100 había que darles $25 para poder seguir trabajando y estar tranquilo, sino pagabas pues tenía que irme o me hacían algo, con el estado de excepción todo ha cambiado. Llegó un momento que tuve que hacerlo, hoy ya no, pagaba $15 semanales (poco más de ocho rojos), dinero que tenía que apartar para entregarlo sin falta”, relató.

Adiós miedo

Sentado, hablando tranquilo con su esposa nos topamos con don Ernesto, vecino de San Salvador, quien incluso nos contó que tiene una hija viviendo en Costa Rica, pues se casó con un tico y nos dio su parecer. Para él, el miedo a denunciar delitos se perdió.

“El cambio es que me ves hablando por teléfono en un parque sin ninguna preocupación a un asalto. Hace dos años no se podía hacer esto, ahora todo está controlado, mire al amigo barriendo con música (un barrendero municipal) antes no lo podía hacer porque le roban la bocina.

@lateja_cr La Teja fue testigo de los cambios que ha experimentado un país acostumbrado a sufrir 🇸🇻 #elsalvador #seguridad #bukele #parquecuscatlán #lateja #costarica ♬ Documentary video: Tension orchestra(1259187) - RE:MUSICA

“Yo soy apolítico completamente y lo que veo son resultados y lo que te puedo decir es que este ahora es un país más tranquilo, que está invirtiendo mucho en turismo y trae divisas, hay mucho compatriota que está volviendo porque las seguridad y garantías del país han cambiado”, comentó.

Wilber Cortez, un muchacho que la pulsea en un negocio que alquila bicicletas nos confirmó que antes hacer eso era imposible, pues se las robaban, mientras que don Róger Pineda, quien fue nuestro guía y chófer por San Salvador afirma que él nunca ha sentido sus libertades amenazadas. “Eso solo se lo quitaron a los pandilleros y a los que andaban haciendo daño”.

Preocupación

Algo que preocupa a nivel nacional en algunos sectores y a organismos internacionales es esa delgada línea de a quién catalogan como pandillero y delincuente, pues eso va más allá de algunos tatuajes incriminatorios que caracterizan a las maras.

Don Cristian Villalta es el gerente editorial del Grupo La Prensa Gráfica, el periódico más antiguo de El Salvador y como periodista él comparte algunas de las dudas que existen.

“Creo que por un lado, en efecto, en algunos sitios del país el espacio público estaba secuestrado por grupos delictivos, pandilleriles, pero en la recuperación de ese espacio, la estrategia del Gobierno ha supuesto sacrificar algunos derechos y libertades.

“El hecho que la excepcionalidad jurídica se haya mantenido por tanto tiempo le ha hecho también un daño importante a la democracia del país, es necesario que el Gobierno haga un balance, hasta adonde ha triunfado en su política de seguridad y le ponga una fecha de caducidad al régimen de excepción, porque el país necesita no solo paz, sino garantías y estado de derecho”, comentó Villalta.

La Prensa Gráfica ha sido un medio que ha señalado sin temor su pensamiento al presidente, lo que ha valido duros ataques de Bukele y de la población que lo apoya, pero ellos están claros cuál es su papel y por eso tampoco pintan, como quieren algunos, que ahora allá todo es color de rosa.

“Todo tiene que ver con lo mismo, en una situación en la que no se goza completamente de garantías constitucionales, es inevitable que el periodismo se sienta intimidado, es cierto que no se registran hechos de violencia contra ningún medio en particular, pero sí hay un ambiente de mucha tensión”.

Para cerrar, le preguntamos a Villalta su opinión personal si ha valido la pena el sacrificio de que para recuperar los espacios públicos se haya tenido que ceder las libertades, e invita a pensar en ello.

“Cada quien lo ve desde su perspectiva, yo creo que solo el tiempo dirá si El Salvador dio un paso adelante o dos pasos atrás”.

Sergio Alvarado

Sergio Alvarado

Periodista de La Teja, especializado en deportes. Graduado de la Universidad Internacional de las Américas.

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