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Sobreviviente: “Nada de probrecita; el cáncer de mama me fortaleció”

Una sicóloga cuenta cómo logró vencer la dura enfermedad y envía un mensaje

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El cáncer no es una sentencia de muerte y María Elena Mejía Zárate es un claro ejemplo de eso.

Ella es una sicóloga, tiene 50 años y trabaja en el Instituto Sobre Drogas y Farmacodependencia (IAFA) y hace dos años recibió el diagnóstico de que tenía cáncer de mama, pero eso en lugar de derrumbarla, la fortaleció y la convirtió en una mejor persona que ahora vive cada día al máximo.

El cáncer no es una sentencia de muerte y María Elena Mejía Zárate es un claro ejemplo de eso.

La sobreviviente vive en Carrizal de Alajuela con el esposo, un sobrino, tres perros y un gato. María Elena contó su historia a Henry Segura, periodista del IAFA y él la dio a conocer.

“La vida nos presenta situaciones que una no se imagina; puede ser ganarse la lotería, darse el paseo de la vida, despedir un ser querido o enterarse que tiene cáncer, pero ante cualquier escenario la gran aliada y mejor amiga es la actitud”, dijo la sobreviviente.

“Aunque mi vida fluía en el campo, rodeada de animales, plantas y mucho amor; a los 48 años me diagnosticaron cáncer de mama, de momento me sentí confusa, no creía que yo tendría que enfrentarme a esta enfermedad que padecen cientos de personas en Costa Rica y en el mundo”, agregó.

La mujer ya sabía lo que es luchar contra los pronósticos, inició la secundaria a los 22 años y con gran esfuerzo a los 30 se graduó como sicóloga, algo que la hace sentir muy orgullosa.

El cáncer no es una sentencia de muerte y María Elena Mejía Zárate es un claro ejemplo de eso.

Ella reconoce que el recibir un diagnóstico tan grave no es nada fácil, pero asegura que el ser positiva es parte fundamental para vencer la enfermedad porque el cerebro es una gran herramienta en el difícil proceso.

“Sentí una gran incertidumbre y me dije, ‘tengo dos opciones: enfrentar la realidad de persona con cáncer y dejarme tratar o decidir abandonarme y morir’. Yo elegí la primera y me dije a mí misma vamos con todo”, narró la sobreviviente.

Tristeza y ansiedad

Del momento del diagnóstico al día de la operación para quitarle el tumor pasaron cuatro meses. En ese periodo hubo días de temor, tristeza y ansiedad, pero también hubo otros en los que se sentía fuerte, positiva y con la convicción de que viviría para contar su historia porque Dios le ayudaría y la sanaría.

“Creía que podría motivar a otras personas a que vean en las enfermedades una oportunidad para reconocerse, para valorarse y sobre todo para tomar coraje y seguir adelante. Me refugié en Dios, tomé el cariño de la gente y ante todo seguía las recomendaciones de los médicos.

El cáncer no es una sentencia de muerte y María Elena Mejía Zárate es un claro ejemplo de eso.

“El día de la cirugía fui al hospital a que me quitaran un estorbo, no tenía miedo al quirófano porque lo que necesitaba era que me extrajeran el tumor; esa era mi urgencia. Estaba ansiosa por entrar a sala de operaciones y librarme de aquello que atentaba contra mi vida. Todo salió conforme a lo pensado y planificado…hoy puedo decir con certeza que nada de probrecita; el cáncer de mama me fortaleció y ahora veo la mejor versión de mí”, contó Elenita, como le dicen de cariño.

La paciente recibió 14 sesiones de quimioterapia y reconoce que fue muy duro.

“Esta fue una parte del proceso que no imaginé, cuando el personal de salud me indicó que debían someterme a 14 sesiones de quimioterapia casi caí en cruz, debo confesar que fue duro, pero gané la batalla, sobre todo la lucha mental. Tocar la campana del hospital México, que es el símbolo de que terminé con éxito el tratamiento, significó mucho, tanto así que solté el llanto.

“Cuando me entregaron el título de culminación de la quimioterapia comprendí que estaba recibiendo el certificado más importante y significativo de la vida”, manifestó emocionada.

El cáncer no es una sentencia de muerte y María Elena Mejía Zárate es un claro ejemplo de eso.

Permiso para vivir

Elenita dice que ella sentía que tenía permiso para vivir de nuevo, tenía la convicción que ahora el camino estaba despejado, listo para comerse el mundo.

“Como mujer, como hija, como esposa y como funcionaria pública le digo a todas las personas que experimentan la dura noticia de padecer cáncer de mama que no están solas, no son las únicas y nuestros servicios de salud ayudan de manera muy certera.

“Mi consejo: alimentarse bien, ejercitarse, hacerse exámenes médicos y autochequeos, cuidar de las emociones, trabajar en reducir los factores de estrés, prestarle atención a los síntomas y auxilios que pide el cuerpo”, expresó.

Rocío Sandí

Rocío Sandí

Licenciada en Comunicación de Mercadeo de la Universidad Americana; Periodista de la Universidad Internacional de las Américas, con experiencia en Sucesos, Judiciales y Nacionales. Antes trabajó en La Nación y ADN Radio.

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