El restaurante capitalino Limoncello se ha vuelto tendencia en los últimos días debido a que el viernes pasado el presidente de la República, Rodrigo Chaves, y la diputada oficialista, Pilar Cisneros, fueron a almorzar a ese lugar, localizado en barrio Escalante y coincidieron con los presentadores de OPA, Douglas Sánchez y Jorge Obando, conocido como Koki.
A raíz de todo el tema del almuerzo y de la curiosidad que ha surgido en mucha gente sobre cómo es ese restaurante, cómo es la comida, qué precios tiene y si se conectan los salones privados con la planta baja, nos fuimos a dar una vuelta para salir de dudas.
Llegamos este lunes 3 de noviembre pasadas las 12:30 del mediodía y de primera entrada el lugar es agradable y el recibimiento es ameno. Hay una recepción con un sillón y un mostrador y ahí le preguntan a uno si va solo, en mi caso sí y me acompañaron hasta una mesa en la planta baja.
Cuando me senté, me llevaron la carta de vinos, cocteles y el menú; además agua fría.
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Hay platos accesibles y otros más caros
Me pedí un pollo Limoncello que cuesta ¢7.800 y una limonada con hierba buena de ¢1.800. Mientras preparaban el plato me llevaron la bebida y un par de panes calientes que estaban deliciosos.
Estuve revisando el menú y vi que había una pasta llamada Spaguetti a la Checa en ¢5.900, una lasagna de res en ¢7.500, un fettuccine Alfredo en ¢6.900. También hay platos más costosos como el pollo Limone en ¢13.000, pescado al Miele ¢12.800, camarones jumbo al gusto ¢18.000 y el rib eye steak en ¢19.000.
En cuestión de 15 minutos me llevaron la comida y el plato se veía muy bien y sabía todavía mejor. El pollo tenía encima una salsa blanca deliciosa y hongos, estaba acompañado de vegetales y puré de papa.
En ese lugar el almuerzo se disfruta porque el sabor es buenísimo. El ambiente es tranquilo, fresco, se escucha música instrumental de fondo y todo está bien arreglado y en su lugar, nada fuera de orden.
El mesero que me atendió se llama Adolfo Díaz y el servicio fue impecable. Él tiene 18 años de trabajar en Limoncello, así que era la persona ideal para que me diera un tour por el lugar.
Cuando terminé de almorzar, le pregunté a don Adolfo si podía darme una vuelta por el restaurante y me dijo que sí, hasta me acompañó para explicarme cada sitio.
El primer lugar al que fuimos fue un salón privado que está en el primer piso, al fondo, que es para grupos de entre unas 10 y 15 personas. En el salón hay una cava, es decir, un lugar donde hay almacenados vinos.
Un lugar atractivo para los políticos
Mientras estábamos ahí, me contó que esa casa en la que está el restaurante perteneció al expresidente de la República Rafael Ángel Calderón Guardia y quizá por eso atrae mucho a los políticos, ya que no es la primera vez que Rodrigo Chaves va, incluso, lo visitó varias veces antes de ser mandatario.
Pero Chaves no es el único que disfruta ir a ese restaurante, el expresidente Carlos Alvarado también, así como Miguel Ángel Rodríguez y el propio Rafael Ángel Calderón Fournier, quien vivió ahí parte de su infancia.
Luego me llevó al segundo piso, donde están lo que fueron los cuartos de la familia de Calderón, y ahora son salones privados de reuniones. Hay que subir por una linda escalera de caracol.
El primer “cuarto” que vi fue el que perteneció a las hijas de don Rafael Ángel padre, que fue el salón en el que el presidente Chaves almorzó con doña Pilar el viernes pasado.
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Luego fuimos a uno más pequeño que, según me dijo don Adolfo, era el de la nana de la familia.
También fuimos al que fue el cuarto principal, es un poco más grande y también muy bonito. Por último, entramos al que fue el cuarto de Rafael Ángel hijo, en todos hay mesas y pantallas; tienen ventanas, buena iluminación y están muy bien conservados, con su piso y paredes de maderas, bien pintadas y todo con mucho orden.
El mesero nos explicó que para usar las salas privadas es necesario reservarlas.
Al final, la experiencia de ir al restaurante que frecuenta el presidente de la República y varios exmandatarios fue muy agradable y no resultó ser carísima como pensé, al final, por todo el servicio pagué ¢9.900.





