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Cuento Chino: “Si pesa el estadio Ricardo Saprissa es por la varilla o el cemento”

Jorge Díaz, periodista

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Hace unos años cuando yo breteaba en el Club Pachuca, me tocó venir con el equipo al partido ante el Saprissa, para ser preciso en la final de Campeones de la Concacaf, en el 2008.

Cuando estábamos en los vestidores, justo debajo de la gradería sur, donde antes se ubicaba la barra de la Ultra, fui entrevistado por una radio costarricense, el periodista me preguntaba si los jugadores mexicanos se iban a impresionar por la presión de los aficionados y mi respuesta fue tajante.

Le contesté que el Pachuca venía, una semana atrás, de jugar en el estadio Azteca ante el América con un llenazo de 80 mil personas y que traíamos jugadores de la talla del finado portero colombiano Miguel Calero, que estaba acostumbrado a jugar en estadios sudamericanos por eliminatorias mundialistas, con ese hostigamiento de las fanaticadas locales.

Le comenté que teníamos dos jugadores argentinos, como Christian “El Chaco” Giménez y Damián Álvarez, que habían sido jugadores de Boca Junior y River Plate y se imaginarán el colmillo de estos dos acostumbrados a los espectaculares cantos de las barras bravas de esos grandes clubes, para terminar con el cuento, difícilmente el estadio morado los apantallaría. Al final el Pachuca fue campeón.

Durante años se ha creado un mito urbano detrás de esa presión del recinto tibaseño. Creo que se acrecentó por la sapriprensa, que se apantalla con todo y con los árbitros que se dejan presionar por los gritos de la tribuna, esto por el poco roce internacional y la falta de personalidad.

¿Ustedes creen que el viejo estadio morado, haga temblar las rodillas de los seleccionados gringos?, esos que juegan en equipos como el Galatasaray de Turquía, Borussia Dortmund alemán, Manchester City y Chelsea de Inglaterra, o la Juventus de Italia... No nos engañemos, si pesa ese estadio, es por la varilla o el cemento, como alguien dijo por ahí.

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