El domingo pasado quedará marcado en la memoria de Randall Cordero, jugador del Cartaginés, quien en cuestión de minutos pasó de la alegría al dolor, por una molestia que lo dejará fuera de las canchas por algún tiempo.
Randall ingresó de titular el domingo y tuvo que salir minutos antes del cierre del encuentro, debido a una lesión que sufrió mientras disputaba la pelota con el delantero Orlando Sinclair. Cartaginés se quedó con 10 hombres en los últimos minutos de la mejenga.
Randall abandonó el Ricardo Saprissa en muletas y con una bota en su pierna derecha, luego de la derrota de los blanquiazules 2-1 y el lunes anterior, se confirmó que el futbolista presenta una fractura de peroné distal tipo Weber B (fractura en el hueso exterior de la pierna).
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Cordero conversó con La Teja y nos confesó aún no sabe por cuánto tiempo estará fuera de las canchas, ya que espera los resultados de una resonancia que le practicaron el lunes.
“La verdad es difícil porque me sentía con buen ritmo, le estaba aportando al equipo, venía con buenos números y que una lesión me corte el ritmo es un poco frustrante.
“Sin embargo, mantengo una actitud positiva, soy muy creyente y sé que si las cosas pasan es porque hay un propósito. Una de las cosas más tristes es no poder aportarle al equipo en este momento, en donde hay tantos jugadores lesionados”, dijo el brumoso de 29 años.
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Un dolor que no había sentido antes
Randall recordó cómo se lesionó: “La verdad, uno nunca espera lastimarse de esa manera. Cuando el colega me cae encima del pie sentí un dolor que nunca había experimentado.
“En ese momento pensé que era un esguince o una quebradura, el dolor era intenso. En la cancha me revisaron, me pidieron apoyar el pie y no pude hacerlo y me trasladaron al camerino, el doctor me revisó y no le gustó lo que veía”, añadió.
En este momento, Cordero mantiene reposo absoluto y toma medicamentos para el dolor. En estos días le confirmarán si debe pasar por el quirófano.
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Cartago de corazón
La del zaguero es una historia de superación. Este muchacho hizo las ligas menores en el conjunto blanquiazul y debutó en el primer equipo cuando tenía 21 años. Jugó pocos minutos en su primera etapa en Cartaginés y pidió salir a préstamo.
“Estuve en segunda división, en Marineros, en la UCR y también estuve en Puntarenas y Pérez Zeledón y esto me sirvió para madurar.
“Me costó tanto ganarme un espacio que lo valoré más, le puse más atención a lo que hacía y seguía persiguiendo el sueño, que era volver y consolidarme en primera. El año pasado regresé a Cartago y me he sentido bien, sumando minutos y esta segunda etapa la he disfrutado mucho”, comentó.
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Randall Cordero es una caja de sorpresas
Randall es toda una caja de sorpresas: es bachiller en Ingeniería Eléctrica, en este momento está cursando la licenciatura y contó todos los sacrificios que ha hecho para formarse como profesional.
“Duré bastante tiempo estudiando, precisamente por la vida del futbolista, que poco la comprenden, porque sólo ven lo que se hace en la cancha, pero los futbolistas hacemos más allá para cuidarnos, es lo que llamamos el entrenamiento invisible.
“Mis papás siempre me inculcaron la importancia de estudiar. Soy el hijo menor y siempre vi a mis hermanos formarse como profesionales y amo el fútbol, pero no se puede jugar toda la vida y pensé en buscar una carrera para cuando me toque retirarme. Siempre me ha llamado la atención la electricidad y siempre fui constante, a veces llevaba dos o tres materias, pero nunca paré”, destacó.
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Cordero también tiene otra pasión: el café. Es barista y dice que esta bebida es uno de sus vicios.
“Me considero una persona de perfil bajo, no me gusta llamar la atención. Me gusta la cocina, preparar asados y uno de mis hobbies es el café, me puedo tomar hasta cinco tazas al día.
“Me gusta todo tipo de música, desde la cumbia hasta el rock; antes era fiebre para los videojuegos, pero ya no tanto y soy fiebre del Borussia Dortmund. Mi ídolo en la infancia era Paolo Maldini”, aseguró.