La reina Isabell II pasó a mejor vida este jueves, al fallecer en el Castillo Balmoral, en Escocia, a sus 96 años.
Una vez que la realeza confirmó el deceso, se puso en marcha la operación ‘London Bridge’ (Puente de Londres) que es el protocolo que se seguirá a partir de ahora y en los próximos días antes de sepultarla en su cripta.
“El Puente de Londres ha caído”, con esta frase el secretario privado de la reina comunicó la noticia a través de una línea de teléfono reservada a la primera ministra, Liz Truss, y con la que se desató una respuesta inmediata. Después de eso, todas las banderas de Whitehall -la zona parlamentaria- empezaron a bajar a media asta en cuestión de 10 minutos, algo que Downing Street calificó -en su momento- de “imposible” sin la ayuda de un contratista externo.
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El Centro de Respuesta Global del Ministerio de Exteriores británico informó a los gobernadores generales de las 15 naciones que comparten con el Reino Unido a la monarca como soberana, además de a los gobiernos de los otros 36 países que conforman la Commonwealth.
El Gobierno británico decretó nueve días de luto oficial en el Reino Unido. Durante los ocho primeros, se celebrarían las procesiones ante el féretro (se prevén incluso datos como que más medio millón de personas podrían llegar presentar sus respetos).
Además, como la reina murió en Escocia, se activará la “Operación Unicornio” que la llevará también en tren a Londres, si es posible, tras pasar una jornada en la catedral de Edimburgo. Y, si no, la “Operación Overstudy”, que trasladará el féretro en avión.
El príncipe Carlos, primero en la sucesión al trono, se dirigirá a la nación a las 18:00 horas de Londres y será proclamado soberano a las 10:00 horas del día después del fallecimiento (”D+1″). Además, en los días previos al funeral realizará una gira por todo el Reino Unido, comenzando en Escocia y finalizando en Gales.
En el segundo día de luto, el féretro con la reina regresará al palacio de Buckingham, y en el quinto marchará en procesión hasta el palacio de Westminster. Allí, permanecerá hasta el octavo en una caja elevada y abierta al público durante 23 horas al día.
Y en el noveno, el Big Ben haría sonar su campana con un tono más solemne de lo habitual a las 9:00 a.m. Dos horas después, daría comienzo el funeral en la Abadía de Westminster, que será retransmitido mundialmente. Una vez finalizado el acto religioso, el cadáver de la reina será trasladado hasta Windsor, donde quedaría enterrado en la cripta real del castillo.
El funeral de Estado de Isabel II se empezó a diseñar hace casi 20 años. El duque de Norfolk, Edward William Fitzalan-Howard, dirige una comisión de nobles que revisa y actualiza periódicamente los planes de la operación . Aunque la reina no formaba parte del mismo, estaba al tanto de todos los planes para despedirla con los máximos honores.