En la casa de doña Sonia Obando, la mamá de los trillizos, cuesta encontrar fotos de sus hijos Israel y Esteban o de su esposo, Asdrúbal. La mayor parte de las fotografías fueron guardadas para reducir el dolor que causa la ausencia de esos tres miembros de la familia.
Doña Sonia recordó que pocos días después del accidente en la poza, sus hijas mayores, Carolina y Karla, que entonces tenían 19 y 17 años respectivamente, quitaron todas las fotos. Dice la señora que su vida se volvió triste después de la tragedia. Lo único que hacía era sentarse en un sillón a ver las paredes, pensando que ya sus hijos y su esposo no estaban con ella. Pasó por una depresión que le duró más de año y medio.
“Me agarró algo tan raro, como una desesperación tan grande, yo decía que por qué no me morí yo, una rabia contra Dios”, recordó.
La señora dijo que aunque estaba enojada con Dios fue Él quien la sacó del abismo en el que se encontraba, ya que luego de ponerse a leer la Biblia entendió que Dios le había prestado a sus hijos y que ahora ellos estaban de regreso con Él.
Sueño terrible
Doña Sonia recordó que sufrió tanto con la muerte de su esposo que a los pocos días de ocurrido el accidente fatal en la poza soñó con él, pero no lo que esperaba.
“Recuerdo que un día le pedí a Dios soñar con él, pero fue algo terrible porque me agarró como un paro y se me entiesaron las piernas, desde una nube yo lo vi y (el esposo) me decía: ‘venite para acá, vieras que lindo que esta aquí’. Casi me muero”, cuenta.
Doña Sonia recuerda a su esposo como un hombre entregado a los caminos de Dios y un padre muy bueno y cariñoso. Entre los recuerdos bonitos que tiene de don Asdrúbal esté que fue él quien les enseñó a leer a los trillizos, usando el conocido libro Paco y Lola.
Ninguna madre esta preparada para enterrar a sus hijos, sin embargo, doña Sonia señala que ella siente que Dios la estuvo alistando para afrontar el momento más duro de su vida.
“Desde que ellos nacieron la gente me decía ‘qué lindos, ¿ya le pegaron, verdad?’, y yo decía 'qué gente más tonta, si supieran que Dios en cualquier momento lo puede llamar a uno. Dios ya me había preparado para aceptar la muerte de ellos, aún así fue muy difícil”.
Con el tiempo y la ayuda de Dios esta madre ha logrado salir adelante, sin embargo, no hay un solo día en el que no piense en Esteban, Israel y Asdrúbal.